BLOG 032
LA NUEVA FÓRMULA DE LA SEGURIDAD SANITARIA
THE NEW HEALTH SECURITY FORMULA
Gabriela Eunice Alfaro Umaña*
Andrea María Lovos Menjívar**
Resumen
En diciembre de 2019, surge el SARS-CoV-2 o comúnmente conocido como COVID 19 en Wuhan, China, convirtiéndose en una crisis sanitaria, dando un contundente golpe a los sistemas de salud europeos y aún más a los latinoamericanos, puesto que estos poseen falencias abismales con respecto a otros existentes en el mundo, al poseer un equipo limitado de insumos y profesionales de la salud, debido a que los gobiernos priorizan otros sectores como la economía y seguridad pública, siendo una característica propia de países en desarrollo pertenecientes a un sistema económico neoliberal.
El desafío de la búsqueda de una cura, no es una tarea única para la comunidad científica. Hoy en día, los gobiernos se han apoderado de dicho rol protagonizando declaraciones polémicas en las que se defiende el uso de medicamentos.
Se trata de un fenómeno sui generis en el que un médico y un jefe de Estado poseen las mismas competencias para emitir juicios de valor que comprometen la evolución del virus, la ejecución de políticas nacionales y más allá de eso, la seguridad sanitaria a nivel mundial.
Bajo esta premisa, surge la siguiente interrogante: ¿El descubrimiento de un medicamento contra el COVID-19 posee más implicaciones políticas que científicas?
Palabras clave: Seguridad sanitaria, COVID-19, sistemas de salud, países en desarrollo, farmacéuticas, politización de la cura, administración del presupuesto, Organización Mundial de la Salud (OMS), Organización Panamericana de la Salud (OPS), protocolos de salud preventiva.
Introducción
Las pandemias han formado parte de la historia de la humanidad, millones de vidas fueron cobradas por ellas, entre las más significativas está la Viruela, el Sarampión, la Gripe Española y la Peste Negra. El Síndrome respiratorio agudo severo o SRA que produce el Coronavirus, apareció por primera vez en el año de 2002 en China en la provincia de Kwangtung el cual se extendió con mucha rapidez a Vietnam y Hong Kong, pero se logró controlar velozmente, ya que el fenómeno de la globalización estaba iniciando y las personas no se movilizaban con tanta facilidad desde Asia al resto del mundo.
En ese sentido, el Coronavirus tipo 2 del síndrome respiratorio agudo grave o SARS CoV-2 o comúnmente conocido como Covid-19, apareció en Wuhan China en diciembre de 2019, la enfermedad se propagó con mucha facilidad al resto de Asia y al mundo, en marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la situación como pandemia.
En el continente europeo, el primer país que confirmó esta enfermedad fue Francia, por un viajero que regresó de China, luego de ello, el virus se propagó por el resto de Europa, sin embargo, los países más afectados han sido Italia, España y Alemania.
En América, el primer país en confirmar un caso del COVID-19 fue en los Estados Unidos de América, actualmente es el Estado que encabeza la mayor cantidad de contagios en todo el mundo.
En América Latina, el primer país que confirmó un caso fue Brasil en la ciudad de São Paulo. Esta nación ha sido la más afectada hasta la fecha por la pandemia en toda Latinoamérica.
El COVID-19 ha tenido implicaciones económicas y políticas en todo el mundo, debido a que todos los Estados han impuesto como medida de prevención la cuarentena, produciendo un estancamiento económico a nivel global.
En este sentido, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) declaró que esta pandemia traería consigo una crisis económica en mayores dimensiones que la de 2008, debido a que, al detener la dinamización de la economía en los Estados, la oferta y la demanda se verá impactada negativamente incidiendo de forma directa al comercio a nivel nacional e internacional, generando desempleos masivos y el incremento de la deuda externa en los Estados.
“En estos momentos CEPAL estima una contracción de -1,8% del producto interno bruto regional, lo que podría llevar a que el desempleo en la región suba en diez puntos porcentuales. Esto llevaría a que, de un total de 620 millones de habitantes, el número de pobres en la región suba de 185 a 220 millones de personas; en tanto que las personas en pobreza extrema podrían aumentar de 67,4 a 90 millones”.(1)
Además, todos los Estados están tomando medidas fiscales y monetarias orientadas al aumento del gasto social, la suspensión de créditos bancarios y el pago de servicios básicos, con la finalidad de apoyar a la población a enfrentar la pandemia.
Mientras que las implicaciones políticas, se enlazan directamente a aquellos Estados que continúan ejerciendo políticas nacionales orientadas en su actuar con el Sistema Internacional, provocando la Politización de la Cura del COVID-19 en América Latina, una realidad que se busca exponer.
1. En búsqueda de una cura
En ese marco, es importante destacar que a nivel internacional la OMS en marzo publicó un ensayo clínico llamado “Solidaridad” donde se probarán los seis principales fármacos y tratamientos para combatir el SARS-CoV-2.
El primero de ellos, es el Remdesivir; este es un antirretroviral que fue utilizado para enfermedades como el ébola, el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS) cabe resaltar que estos últimos son también un tipo de coronavirus, por ende tiene una estructura similar a la del covid-19.
El segundo de ellos es el Lopinavir con Ritonavir, estos combinados son utilizados para combatir el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) debido a que detiene la reproducción del virus, por lo que se cree que podría ser de gran beneficio para tratar esta enfermedad.
El tercer fármaco es la Ivermectina, un medicamento antiparasitario que según una investigación de la Universidad de Monash en Melbourne (Australia), se comprobó que detiene el COVID 19 luego de 48 horas.
El cuarto, es el tratamiento de Anticuerpos monoclonales, orientadas a brindar defensas para no contraer el covid-19, según investigaciones “los anticuerpos monoclonales, son copias producidas en laboratorio de un solo tipo de anticuerpo, constituyen una forma de inmunoterapia. Acompañan a ciertas proteínas en un virus, neutralizando la capacidad del patógeno para infectar células humanas. El año pasado, un cóctel de tres anticuerpos monoclonales, demostró aumentar significativamente las tasas de supervivencia entre los pacientes con ébola en la República Democrática del Congo”.(2)
Este tratamiento alternativo a los fármacos comunes han tenido impacto a nivel internacional, debido a que es el método menos invasivo y de carácter preventivo, ya que se podría generar una vacuna de estos anticuerpos, sin embargo, el efecto de la misma no sería prolongado.
El quinto es muy similar al anterior ya que se basa en una Terapia de plasma, donde las personas que han sido curadas de COVID-19 donan su plasma, a razón de que ya se han desarrollado en el mismo, los anticuerpos necesarios para combatir esta enfermedad.
Los anticuerpos y los tratamientos alternativos son de vital importancia para encontrar junto con las investigaciones una vacuna, debido a que al medir la cantidad de anticuerpos de los pacientes infectados y de los recuperados se podría obtener la cantidad de anticuerpos necesarios para combatir este virus.
“Los anticuerpos revelan evidencia de una infección previa en cualquier momento desde aproximadamente una semana después desde el contagio, actualmente, solo se está estimando el número de personas que han sido infectadas. “Nadie en el mundo lo ha medido correctamente todavía”, añade en el informe Martin Hibberd, profesor de enfermedades infecciosas emergentes en la London School of Hygiene & Tropical Medicine, Reino Unido”(3).
Además, por este medio se pueden realizar pruebas para detectar de forma más certera, si el paciente padece o no COVID-19, ya que generalmente las pruebas se toman mediante la Reacción en Cadena de Polimerasa (PCR) desde los primeros días que apareció esta enfermedad, por ser un procedimiento rutinario en las enfermedades respiratorias en los laboratorios de los hospitales, las pruebas de los anticuerpos o conocidas como pruebas rápidas son más eficientes ya que no analizan secreciones corporales, si no la sangre de las personas detectando los anticuerpos generados ante esta enfermedad.
El sexto fármaco y el más controversial de todos por su uso a nivel internacional es la Hidroxicloroquina y su análogo la cloroquina, el cual es utilizado para la Malaria, el Lupus y la Artritis Reumatoidea, para verificar su eficacia ha sido probada en diferentes laboratorios teniendo resultados positivos, este medicamento fue desarrollado desde hace varios años y se ha probado su eficacia al ser combinado con antibióticos.
Según el doctor Rutherford epidemiólogo de la Universidad de California en San Francisco explica cómo funciona este medicamento en el organismo estableciendo que " bloquea la entrada del virus en la célula e inhibe el metabolismo, lo cual interfiere con la habilidad del virus para replicarse"(4).
Se debe recalcar que este fármaco al utilizarse como antimalárico se ingiere una dosis única cada semana, sin embargo, para combatir el coronavirus se debe ingerir 600 mg diariamente hasta que el médico lo indique, volviéndose un tratamiento completamente agresivo.
Se han llevado a cabo diversos estudios sobre el mismo, uno de los principales fue, “un estudio in vitro usando un cultivo de SARS-CoV-2 en células Vero, la hidroxicloroquina ha mostrado una mayor potencia que la cloroquina para inhibir el coronavirus del SARS-CoV-2. En el estudio se diseñó un modelo farmacocinético PBPK para simular cinco dosis diferentes de concentración de hidroxicloroquina en fluido pulmonar para evaluar el régimen más eficaz en comparación a la cloroquina” (5).
1.1 Donald Trump principal impulsor de la Hidroxicloroquina como tratamiento para el COVID-19
En ese sentido, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump es el principal defensor y promotor de este último fármaco.
Sin embargo, dentro del sistema de salud estadounidense no se ha comprobado científicamente que este tratamiento sea idóneo para combatir este virus, a pesar de ello, el mandatario afirma que este medicamento significa un gran avance para la cura del COVID-19, debido a que este fármaco ha sido utilizado en los Estados Unidos a lo largo de la historia y se encuentra entre los más recetados en ese país.
Por ende ya se comercia en el mercado, volviéndose innecesario invertir en otro fármaco nuevo o en tratamientos alternativos, es por ello que Trump se comprometió a eliminar todos los procesos burocráticos para que se inicien las pruebas en los pacientes infectados.
A pesar de las declaraciones del mandatario, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de los Estados Unidos, determinó que la hidroxicloroquina puede ser un medicamento contraproducente en pacientes que padecen de COVID-19, debido a que podría generar anomalías cardíacas por su agresividad.
A pesar de ello por las presiones del ejecutivo se aprobó el uso de este fármaco en pacientes infectados que serán parte de un ensayo clínico para monitorear y determinar las implicaciones tanto positivas como negativas en el cuerpo humano, dichos pacientes deben aceptar y aprobar ser parte del mismo, siendo previamente informados de los pros y contras del fármaco.
Pese a las advertencias de la FDA, el alza de la venta y en el acaparamiento de este medicamento fue evidente, por ello algunos estados como Nueva York, han cancelado su venta al público y solo podrá adquirirse a través de la indicación de un médico.
Sin embargo, después de las declaraciones del presidente Trump, los doctores acuden cada vez más a brindar recetas para su compra, alarmando a los “líderes de tres sociedades profesionales de cardiología quienes advirtieron el 8 de abril, en la revista Circulation, que la hidroxicloroquina y la azitromicina podrían causar interrupciones peligrosas en el ritmo cardíaco, y escribieron: “Hay datos muy limitados que evalúan la seguridad de la terapia combinada”(6).
Constatando que hasta que un estudio confirme los beneficios de este medicamento no debe ser recetado a menos que se encuentren dentro del ensayo clínico.
Sin embargo, es necesario preguntarse ¿las declaraciones y la promoción de la Hidroxicloroquina por parte de Trump tendrán implicaciones en América Latina? Esta interrogante se desarrollará más adelante, pues es imprescindible determinar de primera forma el comportamiento de esta región para afrontar la pandemia.
2. América Latina ante el COVID-19
El primer Estado en confirmar un caso positivo de COVID-19 en América Latina fue Brasil, ante la ausencia de una acción rápida ante la pandemia, esta se propagó rápidamente por el resto del país, en Sudamérica, Centroamérica y el Caribe.
Poco a poco, los casos empezaron a aumentar en cada uno de los países, aunque en su gran mayoría se habían impuesto medidas preventivas que luego fueron endurecidas con la finalidad de contener la pandemia.
Es por ello que resulta un factor clave estudiar cómo Latinoamérica ha enfrentado el COVID-19 debido a que algunos gobernantes se decantaron por actuar de manera ralentizada y otros con bastante premura, determinando así, el rumbo de sus países en la crisis sanitaria.
Entre los Estados que actuaron de forma temprana, sobreponiendo el sector salud al económico, se puede mencionar a Perú, donde rápidamente se establecieron medidas de aislamiento con un bono dirigido a grupo familiares a fin de superar la situación.
Por otro lado, Ecuador declaró un toque de queda en horas nocturnas, asimismo se suspendieron los vuelos de carácter nacional e internacional y el transporte particular, además se restringió la movilidad de las personas.
El gobierno chileno, impuso también un estado de excepción estableciendo un toque de queda por 90 días, además de cerrar fronteras.
Uruguay quiso prever un brote de COVID-19 mitigando la entrada de los pasajeros por medio del cierre de fronteras y una cuarentena de 14 días a los provenientes de países infectados. Por su parte, Argentina, estableció en su territorio un confinamiento obligatorio.
Pese a que Venezuela, se encuentra en una crisis político-económica, el gobierno tomó medidas acertadas dado que, “constituyó la Comisión Presidencial para el Control y la Prevención de la pandemia, orientando medidas específicas para el control sanitario, compra de pruebas COVID-19, equipamiento de protección para el personal de salud (opa, guantes, máscaras y anteojos, etc.), así como despliegue de medidas económicas orientadas a garantizar el confinamiento obligatorio”(7).
El Salvador, Guatemala, Honduras y Panamá, impusieron medidas similares con una cuarentena obligatoria, así como el cierre de fronteras. Mientras tanto el gobierno cubano impuso un distanciamiento social y ordenó la retirada de todas las embarcaciones extranjeras.
Es importante destacar que, aunque México tomó medidas pertinentes su desarrollo fue tardío, provocando críticas comparativas entre decisiones populistas de países como El Salvador, donde las medidas fueron tomadas desde antes que hubiese un caso confirmado en el territorio.
En ese sentido, los demás Estados latinoamericanos tuvieron una reacción tardía para contener la pandemia por miedo a desestabilizar la economía de sus países, sin embargo, el caso más emblemático es el brasileño, donde la población presionó al gobierno para que reaccionara e impusiera medidas para contener la pandemia, puesto que Bolsonaro apoyado por Trump trató de minimizar la situación y el virus.
Es por ello, que estos dos mandatarios retrasaron en la medida de lo posible el establecimiento de acciones para contener la pandemia, conllevando a la propagación del virus rápidamente en sus territorios, siendo actualmente los dos Estados del continente americano con mayor cantidad de casos de COVID-19.
Es menester establecer que todas las acciones llevadas a cabo por cada uno de los gobiernos han repercutido en su imagen política, por ejemplo, en Argentina, “el Gobierno nacional tiene un alto nivel de aprobación, en tanto la imagen positiva de Alberto Fernández escaló a niveles récord. En el estudio M&F se llega a 91,7% de encuestados que aprueban mucho (65,2%) y aprueban algo (26,5%) la forma en la que Alberto Fernández conduce el problema del coronavirus en el país”(8), por tanto, el gobierno argentino goza de un apoyo significativo por parte de su población.
El actuar del gobierno uruguayo también se encontraba a la expectativa de todos sus habitantes y del mundo, ya que la implosión de la pandemia ocurrió luego dos semanas de asumir el poder el nuevo gobierno, encabezado por el mandatario Luis Lacalle Pou, quien también ha tenido una alta aceptación política por las medidas establecidas.
Un ejemplo claro de la no aceptación popular es Nicaragua, donde las acciones del gobierno de Daniel Ortega se han caracterizado por una inacción y por ocultar información en cuanto a la pandemia, por lo que la oposición nicaragüense ha ganado más aceptación al denunciar públicamente las inconsistencias del gobierno actual.
En ese sentido también es importante mencionar que la imagen de Lenin Moreno se deterioró a nivel nacional e internacional pues a pesar de las medidas de contención establecidas, el colapso tan rápido del sistema de salud ecuatoriano y la viralización de fotos y videos de la situación en las calles, conllevó a un impacto negativo en su gobierno.
Los colapsos de los sistemas de salud en los países latinoamericanos ha sido un efecto esperado, debido a que en la mayoría de países el presupuesto asignado al sector salud es insuficiente, siendo la precariedad un rasgo distintivo de la región, “según la OMS, Chile, Argentina y Brasil invierten por debajo del 5% del PIB en salud pública, en comparación con el 8% de España y el casi 10% de Francia y Alemania. En tanto, Venezuela, Haití, Bolivia y Guatemala se ubican por debajo del 2% del gasto público, mientras que Honduras y República Dominicana no superan el 3%”(9).
Demostrando un claro ejemplo de la poca inversión y mala administración de este sector.
El hecho de que el virus apareciera en la región cuando se había comprobado que los sistemas de salud europeos estaban a punto de colapsar, provocó la incertidumbre y el miedo en la población latinoamericana y puso en duda la capacidad de resiliencia de los gobiernos ante este tema, pues si bien en algunos países de América Latina la salud es considerada como un derecho social, plasmado en la Constitución como por ejemplo en Venezuela y Brasil.
“Sin embargo, las garantías legales y constitucionales no se traducen en la realidad de la financiación de los sistemas de salud pública. Brasil, el único país del mundo con más de 100 millones de habitantes que ofrece atención sanitaria gratuita a todos sus ciudadanos, gasta el 3,8% de su Producto Interior Bruto (PIB) por este concepto. En general, los sistemas universales son caros y requieren un mayor esfuerzo de inversión, como es el caso del Reino Unido, que, a pesar de tener una población tres veces menor, gasta el 7,9% del PIB en su Servicio Nacional de Salud. Incluso Italia, que actualmente es el escenario de una gran tragedia, gasta el 6,8%. “(10).
Es impactante la contradicción que existe en tratar de garantizar estos derechos de los habitantes plasmados en la Constitución pues no se realizan esfuerzos significativos para que se cumplan, muestra de ello, en Venezuela se otorga menos del 2% del PIB per cápita al sector salud.
Si bien es cierto que los países latinoamericanos se caracterizan por poseer deudas externas elevadas viéndose obligados a recortar el gasto público para tratar de subsanar dicho déficit.
La inversión al sector salud es fundamental para que los habitantes tengan una buena calidad de vida y en momentos de crisis actuar con mayor rapidez, ya que al demostrarse la ineficacia para atender la pandemia, con el colapso de los sistemas de salud brasileños, ecuatorianos, salvadoreños, entre otros y al no contar con el equipo suficiente como respiradores, camas, hospitales sin la infraestructura adecuada para albergar a los miles de infectados, se evidencia que en condiciones normales en esta región “hay un promedio global de 27 camas por cada 10 mil habitantes, cifra superada solo por Cuba y Argentina (alrededor de 50 camas). La situación es más compleja en países como Bolivia, Nicaragua, Haití, Honduras y Guatemala”(11).
Además, se adolece del equipo de bioseguridad adecuado para proteger al personal de salud y prevenir un contagio entre ellos y mucho menos cuentan con la tecnología adecuada para hacer frente a la pandemia.
La OMS, actúa a través de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en América Latina, la cual ha hecho un llamado a los países a tomar las medidas necesarias para proteger al personal que se encuentra en la primera línea contra la lucha de la pandemia.
La directora de esta organización Carissa F. Etienne, ha mostrado su preocupación por la escasez del equipo de protección necesario y por el aumento de casos positivos en la región, e instó a los países a seguir las recomendaciones de esta organización, manteniendo el distanciamiento social para tratar de disminuir el contagio, haciendo un llamado a los Estados a trabajar en conjunto para poder sobrellevar la pandemia.
Asimismo, esta organización ha estado muy cerca de los gobiernos para orientarlos en su actuar, también ha instado a donantes internacionales a colaborar para lograr obtener casi 95 millones de dólares con la finalidad de apoyar a los Estados latinoamericanos a enfrentar la pandemia.
Las líneas de acción de la OPS, están orientadas a “ apoyar la detección temprana de casos a través de los sistemas de vigilancia existentes; asegurar la capacidad de diagnóstico oportuno de los laboratorios con las pruebas y los reactivos necesarios; prevenir y el controlar infecciones por la COVID-19 en los servicios de salud; optimizar la capacidad de los sistemas de salud locales para manejar los casos y atender en forma segura, y aportar a la difusión de información a la población para que pueda conocer sus riesgos y tomar medidas para protegerse y proteger a sus seres queridos”(12).
Aunado a esto, la OMS ha dictado protocolos a seguir para la prevención de esta enfermedad y ha aceptado realizar una investigación con la finalidad de encontrar la cura lo más pronto posible.
Cabe recalcar que esta organización junto a la OPS, prepararon y lanzaron equipos a nivel regional para dar respuesta a la emergencia, además, se han elaborado documentos técnicos para contribuir a redireccionar las estrategias para contener la pandemia, recayendo en los Estados la toma de decisiones para contener el virus y del mismo modo, encontrar una cura.
3. La susceptibilidad de los sistemas sanitarios frente a los intereses políticos y económicos.
Pareciera ser, que ante el desafío de la búsqueda de una cura para el nuevo coronavirus no es una tarea única para la comunidad científica, hoy en día, los gobiernos se han apoderado de dicho rol protagonizando declaraciones polémicas en las que se defiende el uso de medicamentos como la Cloroquina y la Hidroxicloroquina.
Se trata de un fenómeno sui generis en el que un médico y un jefe de Estado poseen las mismas competencias para emitir juicios de valor que comprometen la evolución del virus y más allá de eso, la seguridad sanitaria a nivel mundial.
Bajo esta premisa, surge la siguiente interrogante, ¿El descubrimiento de un medicamento contra el Covid-19 posee más implicaciones políticas que científicas? Y si es así ¿Cuáles son las motivaciones reales para politizar una pandemia global, cuando de por medio se encuentra la supervivencia de la humanidad?
No es objeto del presente ensayo, abordar la temática desde una perspectiva meramente médica puesto que se caería en una falacia por la ausencia de experticia de las autoras, valga la aclaración que los argumentos que se han vertido son bajo un enfoque de la disciplina científica de Relaciones Internacionales.
En este sentido, partiendo desde los hechos mismos, cada Estado se ha hecho acompañar de una especie de consejo médico científico para la toma de decisiones que posteriormente se han convertido en políticas públicas cuya “pretensión primordial es la contención del virus”; un factor clave para el presente análisis puesto que el desconocimiento y la ignorancia queda al margen de dichos actores en su totalidad.
En marzo de 2020 el virólogo francés Didier Raoult, quién encabeza el consejo médico del presidente francés, Enmanuel Macron, publicó un estudio en el que se mostraba como medicamento predilecto la hidroxicloroquina y la azitromicina para atacar al actual coronavirus.
Es a partir de ahí, que el caso estadounidense se vuelve emblemático, pues el presidente Donald Trump se volvió un defensor acérrimo del medicamento, sin embargo, sus declaraciones influyeron no sólo en la toma de decisiones a nivel nacional, sino que trascendió a un punto tal que otros mandatarios retomaron el uso de la Hidroxicloroquina como un profiláctico, según afirmaciones del presidente de la República de El Salvador, Nayib Bukele.
No obstante, y en total contradicción el mandatario también aseguró que dicho medicamento había sido retirado de los protocolos de atención implementados en el país.
De la misma manera, el presidente Jair Bolsonaro afirmó que “Quien está a la derecha toma cloroquina. Quien está a la izquierda toma Tubaína “, refiriéndose a una antigua marca de refrescos cuyo nombre correcto es Itubaína.(13)
Un claro signo de una bipolarización ideológica que pese a su ausencia de validez puede llegar a repercutir la salud de los ciudadanos brasileiros.
Si a las declaraciones de presidente norteamericano, se adiciona el avistamiento de un período electoral próximo en Latinoamérica y una nueva crisis de la democracia, se podrá obtener un amplio espectro que permitiría comprender la exasperación de los gobiernos de la región por encontrar una cura para la actual pandemia, puesto que su reputación y legitimidad está en juego ante la opinión pública.
Frente a la emergencia sanitaria, la presidenta del Consejo Nacional Electoral del Ecuador, Diana Atamaint ya ha planteado la posibilidad de retrasar las elecciones presidenciales y legislativas del 2021, sin embargo, no ha obtenido el apoyo del presidente Lenin Moreno.
El Salvador, tampoco se encuentra exento de riñas electorales ya que se ha utilizado a la pandemia como una demostración de poder que ha conllevado el surgimiento de un conflicto entre los 3 órganos del Estado, como una antesala a las futuras elecciones de diputados y alcaldes en 2021.
Por su parte, Perú se encuentra ante unas futuras elecciones que determinarán la figura de un nuevo Jefe de Estado, puesto que el actual presidente Martín Vizcarra no podría reelegirse de forma inmediata de acuerdo a lo establecido en la Carta Magna, considerando a su vez, la ausencia de apoyo partidario ni representación política en el congreso de la República.
En el caso de Bolivia, el Tribunal Supremo Electoral postergó las elecciones que se realizarían el 3 mayo, por lo que la Asamblea Legislativa ha creado un proyecto de Ley, para ampliar el plazo de ejecución de las elecciones generales entre junio y septiembre.
El Gobierno Uruguayo, a través del Tribunal Superior de Justicia Electoral ha comunicado la suspensión de las elecciones de intendentes y concejales municipales para el período 2020-2025, cuya reanudación estará prevista para el 27 de septiembre del presente año, como una clara contestación ante la emergencia epidemiológica anunciada por el Ministerio de Salud Pública.
Asimismo, República Dominicana celebró sus elecciones municipales con un supuesto empate en los resultados de los contendientes elegidos, situación que se ha suscitado entre denuncias de fraude a raíz de un desperfecto en el sistema automatizado y el inicio de casos detectados de COVID-19 dentro del país.
El caso de Guyana, es más complejo, puesto que desde marzo se ha visto envuelta en una aparente postergación indefinida del conteo electoral, por lo que el virus ha servido como una cortina de humo que ha atenuado la probabilidad de encontrarse frente a un fraude electoral por parte del bloque opositor, el Partido Progresista del Pueblo (PPP), quién presume haber obtenido la mayoría de los votos en las elecciones generales.
Los ejemplos anteriormente descritos, comprueban que las medidas a las que muchas veces se les ha tildado de ser drásticas, parecen justificarse en la protección de la vida frente al surgimiento del actual virus.
Sin embargo queda en tela de juicio del lector tomar o no a su consideración, si la contención del COVID-19 podría tornarse en un escenario propicio para convertirse en una campaña electoral resguardada en el asiduo argumento de ser un desafío “nunca antes visto” o ser “ la mayor crisis sanitaria que se ha develado en la región en los últimos 100 años” convirtiéndose en la prioridad coyuntural de los gobiernos, dejando al margen otras problemáticas que si bien no son urgentes pero continúan siendo importantes para la población.
Mientras tanto la OMS se ha encontrado envuelta en medio de un tira y encoge entre la salida de su principal ex financiador estadounidense y el apoyo incondicional del Gobierno Chino.
Una situación muy particular que ha conllevado no solo una disputa política sino además, ha determinado el accionar de dicho organismo en cuestiones que van desde la búsqueda de nuevas formas de financiamiento (con las nuevas fundaciones propiciadas por Naciones Unidas desde finales de mayo, para percibir donaciones filantrópicas y públicas para la lucha contra el nuevo coronavirus) hasta la modificación de protocolos de atención originalmente propuestos desde los inicios de la pandemia (la eliminación del uso de la hidroxicloroquina), en medio de una comunidad científica que no encuentra consenso para determinar el medicamento correcto contra el COVID-19.
Y es que a este punto, se intercepta un factor igualmente poderoso que la política misma: los intereses comerciales de las empresas farmacéuticas.
Hasta el momento, los mayores productores del medicamento antimalárico son: Ipca Laboratories, Zydus Cadila (ambos de origen indio), Norvartis (una empresa multinacional farmacéutica y biotecnológica suiza), Teva (Compañía farmacéutica internacional de origen israelí) Bayer (empresa químico farmacéutica alemana), Abcam (Empresa británica productora y especialista en investigación de proteínas) Rising Pharma, Mylan, Abbott (empresas farmacéuticas estadounidenses).
Identificar a los principales productores de Hidroxicloroquina podría revelar el modus operandi de la política exterior de algunos Estados en el marco de la pandemia actual, para ilustrar, se iniciará mencionando la paradoja de la India, quién es el mayor productor del medicamento en la actualidad pero que ha prohibido la exportación de hidroxicloroquina a excepción de envíos bajo ciertas circunstancias y quién al mismo tiempo a través de Watson Pharma, fabricante perteneciente a Teva Pharmaceuticals, ha planificado triplicar su producción de hidroxicloroquina en las próximas dos semanas.(14)
En concordancia a un reportaje del New York Times, Udaya Bhaskar, director general del Consejo de Promoción de las Exportaciones Farmacéuticas de la India, ha afirmado que existe la probabilidad que India demande el uso de 56 toneladas métricas, cuando actualmente solo posee 38 de ellas, por lo tanto, una política de acaparación de medicinas ante los aumentos de personas infectadas provocará con certeza escasez en otros países.
El Presidente Norteamericano no se ha quedado atrás, ya que hace unas semanas ha citado una ley creada en el contexto de la Guerra con Corea para fundamentar su decisión de prohibir exportaciones de tapabocas americanos, de forma que aquellas compañías estadounidenses que fabrican dichos productos a nivel internacional, deberán redireccionar su oferta al mercado norteamericano.
Al respecto, la Compañía estadounidense 3M aseveró que congelar las exportaciones pondría en riesgo a empleados de la salud pertenecientes a Canadá y Latinoamérica.
El presidente norteamericano, asesorado por Peter Navarro, ha retomado la situación de emergencia como una ocasión conveniente para presionar a empresas multinacionales a retirarse de China y reincorporarse en Estados Unidos bajo una normativa que comprometa a las compañías a comprar equipamiento y productos médicos a proveedores nacionales.
Entre otros países que han prohibido la exportación de tapabocas y otros productos médicos se encuentran India, Bangladesh, Taiwán, Indonesia, Tailandia, Turquía, Ucrania, Sudáfrica, Pakistán, Ecuador, Reino Unido y por supuesto los miembros de la Unión Europea.
Ante esta situación la directora general adjunta de medicamentos y productos de la OMS, Mariangela Simao ha declarado que la prohibición de las exportaciones no provee aportación alguna en la lucha contra el COVID-19 puesto que solo desabastece suministros vitales que actualmente son requeridos en cualquier parte del mundo.
Lo anteriormente planteado, permite visualizar una connotación muy propia de la globalización neoliberal, en donde existe una simbiosis entre la economía y la política a nivel mundial, que se enfatiza a la par de las estrategias utilizadas por las farmacéuticas para implantarse en el comercio internacional gracias a las presiones ejercidas para lograr la legalización de medicamentos dentro del aparataje jurídico interno de los Estados, sin importar si su producción y consumo trae efectos nocivos a la seguridad sanitaria de la comunidad internacional.
Con la llegada del virus a Europa, la Unión Europea enfrentó una de las mayores divisiones entre sus miembros, debido a que cada Estado ha tomado decisiones unilaterales acorde a la capacidad de sus sistemas de salud.
La ausencia de cooperación y diálogo para estructurar medidas sanitarias como bloque regional tuvieron serias consecuencias que se manifestaron bajo una diversidad de formas, siendo una de las más visibles el colapso de los centros de salud.
Recientemente, América Latina ha sido el nuevo foco de infección y muchos analistas se han preguntado si los sistemas de salud de la región están lo suficientemente capacitados para la contención de la pandemia de COVID-19, afirmando que, si los hospitales europeos no dieron abasto, el caso de la región sería más alarmante.
Es un hecho que, en muchas constituciones del continente, se establece el acceso a la salud como un derecho social, aunque ello no sea garantía de una financiación adecuada para el equipamiento de centros de salud, como se expuso anteriormente.
3.1 Brechas entre el sistema de salud latinoamericano frente a sistemas de salud de países desarrollados.
Es un hecho que desde siempre y basándose en el grado de desarrollo latinoamericano, los sistemas de salud poseen falencias abismales con respecto a otros existentes en el mundo, iniciando por poseer un equipo de empleados de la salud muy limitado a comparación de la demanda que requiere atender una pandemia global.
Los gobiernos latinoamericanos reservan una proporción considerable de su presupuesto nacional a otros sectores como la economía, infraestructura, seguridad pública y políticas públicas de diversa índole, dejando en un último plano a los sistemas de salud, volviéndose una característica propia de países en desarrollo pertenecientes a un sistema económico neoliberal, que a partir del Consenso de Washington, con la creación del Fondo Monetario Internacional y sus programas de ajuste estructural, se priorizó la privatización de instituciones públicas para focalizar la gestión de los Gobiernos como gendarmes que en lugar de “obstaculizar” la economía se encargarían de velar por propiciar un orden público atrayente de inversiones extranjeras y de un anhelado crecimiento económico.
Como parte del equipamiento necesario para afrontar el estado de emergencia de salud, América Latina ha requerido idear estrategias para el abastecimiento de respiradores, camas, medicamentos y centros de salud.
Es por ello que los gobiernos de la región se enfrentan al desafío titánico de idear planes para poder suministrar y dar una mejor atención médica a su población.
Esfuerzos realizados como el caso de Brasil cuyos investigadores militares y científicos de las Fuerzas Armadas en un trabajo conjunto con la Universidad de Sao Paulo, han iniciado desde principios de junio de 2020, la producción en escala de ventiladores pulmonares de emergencia , conocidos como "Inspire" así como los prototipos de 730 máscaras rígidas producidas con impresoras 3D con la finalidad de proteger al personal médico en la lucha contra COVID-19, demuestran avances esperanzadores, sin ignorar por supuesto, que dichas medidas deben ampliarse para poder solventar las limitaciones existentes.
Estimaciones realizadas por el Instituto de Estudios de Política Sanitaria (Ieps) demuestran que “por cada 1% de la población infectada, se necesitarán casi 1.000 millones de reales en gastos adicionales (sólo en hospitalizaciones) por parte del Estado brasileño. Esto significa que si el 20% de la población se infecta con COVID-19, se necesitarán casi 19.000 millones de reales adicionales, lo que equivale prácticamente al Presupuesto total que el país gastó en hospitalizaciones en 2019”(15) por lo que las transformaciones requeridas para acrecentar la capacidad de los centros de salud no solo brasileños, sino todos los sistemas de salud latinoamericanos, requerirán de un plazo considerable de tiempo, tomando como referencia a un sistema de salud brasileño que pese al accionar de su jefe de Estado, continúa siendo uno de los más robustos de la región.
Una de las diferencias más perceptibles entre la capacidad hospitalaria de países desarrollados y países en desarrollo, es que los primeros afrontan la lucha contra enfermedades crónicas no infectocontagiosas (enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias crónicas ) mientras que los segundos se encuentran en un doble rasero en medio de padecimientos crónicos y enfermedades infecciosas (H1N1, dengue, zika, etc.) que si bien, han generado compromisos a nivel intergubernamental, siendo además un conjunto de lecciones aprendidas, que en momento de crisis sanitarias coadyuvaron a mejorar protocolos de atención, pero que ante una pandemia con las magnitudes recientes, evidencian la persistencia de sistemas de salud endebles.
Muestra de ello es que muchos países de la región, han centralizado en pocos o en el peor de los casos hasta un laboratorio único para realizar diagnósticos mediante PCR, por lo que la agilidad para determinar casos positivos y la capacidad de poder intervenirlos, se ve sumamente debilitada, razón por la que el riesgo de contagio aumenta a su vez.
Es conocido por muchos que América Latina es una zona geográfica caracterizada por una profunda desigualdad socioeconómica, más aún ahora, cuando el panorama epidemiológico revela una segmentación de una gran mayoría de sus sistemas de salud a lo que coordinación y acceso a una atención médica se refiere, puesto que un latinoamericano promedio no posee la capacidad adquisitiva para poder asumir el costo de PCR, servicios médicos y en el futuro hasta el costo de la vacuna contra COVID-19.
En consecuencia, dichas circunstancias se vuelven un desafío colosal, en primer lugar, para la capacidad hospitalaria de los países latinoamericanos quienes deben asumir los costos del medicamento, empero, al mismo tiempo, las empresas farmacéuticas tendrán que valorar, al momento de encontrar la anhelada cura, la estipulación de precios que sean accesibles para la región o por lo menos para el mercado meta que les permita obtener beneficios redituables para su industria.
No es de extrañarse entonces, el porqué de la defensa de una hidroxicloroquina con unos costes de producción cómodos para bolsillos desarrollados como en desarrollo, tanto por empresas farmacéuticas como por los mismos gobiernos a nivel mundial.
Conclusiones
El listado de las debilidades de los sistemas de salud de América Latina es descomunal y si esa fuese la razón de este escrito, no serían unas cuantas páginas sino una compilación extensa contextualizada alrededor de 33 naciones cuyo derecho a la salud ha sido vulnerado históricamente y sobre todo en pleno siglo XXI, a costa de la corrupción de funcionarios públicos, crisis económicas interminables, “una innata pobreza”, los efectos nocivos de una globalización neoliberal, más una oleada de populismo; por lo que es momento de entablar las siguientes acotaciones finales.
En primer lugar, para fortalecer la seguridad sanitaria del sistema internacional en su conjunto, es necesario hacer una reflexión crítica sobre los desafíos que se han hecho manifiestos con la llegada de una nueva pandemia, para transformar no sólo la visión que actualmente se posee con respecto al derecho a la salud, sino además reconstruir un nuevo estilo de vida del ser humano y su relación con el medioambiente.
El sistema económico, las modalidades de empleo van relacionados con los cambios a los que se hace referencia.
Parece inaudito, como en medio de un juego de suma cero, las empresas farmacéuticas se alían junto a las entidades gubernamentales en favor de intereses meramente comerciales, desamparando por completo la calidad de vida humana, al no contemplar dentro de sus prioridades, los efectos colaterales que estos medicamentos gananciosos pueden provocar en la salud de la población.
Bajo la misma línea, la politización de una pandemia como la que actualmente impera en el planeta, requiere replantearse el funcionamiento real de los gobiernos, es decir, ¿para quienes se gobierna verdaderamente? ¿Velan por los derechos humanos o por los requerimientos del libre mercado?
Es aquí donde la participación ciudadana también entra en el campo de juego, puesto que ante un sistema internacional regenerado por actores como las empresas transnacionales y organizaciones internacionales que parecieran minar la soberanía del Estado, su validez sigue intacta y es por ello que la contraloría social es legítima en su máxima expresión desde siempre y más aún en la coyuntura actual.
El tiempo electoral se avecina en América Latina, en consecuencia, elegir a los funcionarios públicos idóneos es un deber civil que se mantiene presente a nivel regional, puesto que la llegada de una pandemia, ha comprobado que el populismo es un síntoma claro de corrupción, que no se trata de una enfermedad de naturaleza solamente política, sino que sus efectos trascienden hasta la calidad y acceso de atención a la salud, que todo ser humano posee como derecho inherente.
En segundo lugar, es imperativo realizar modificaciones que denoten una mejoría del accionar de la OMS así como de sus mecanismos de financiamiento.
La salida de su “socio mayoritario” ha provocado una crisis interna puesto que aún se desconoce si su nuevo defensor oriental brindará un incondicional aporte financiero de la misma magnitud o si su cooperación seguirá siendo coartada ante intereses particulares.
Por lo que una de las posibles recomendaciones es evitar en la medida de lo posible la prevalencia de financistas mayoritarios para preservar la igualdad de cada uno de sus Estados miembros.
Al mismo tiempo, es evidente la búsqueda de nuevos programas de investigación y monitoreo de los sistemas de salud a nivel mundial, de tal forma que a la par de los informes que cada país brinde respecto a crisis sanitarias o padecimiento de enfermedades que pueden afectar la seguridad sanitaria de la comunidad internacional, se coloquen indicadores y sistemas de supervisión para la prevención de futuras pandemias, los sistemas de comunicación entre sus miembros y la organización misma, es un elemento clave que puede salvaguardar la existencia de la humanidad.
Finalmente, a nivel regional, los sistemas de salud enfrentan una infinidad de desafíos que van desde la capacidad hospitalaria y el panorama epidemiológico hasta el acceso a la salud en función de la capacidad adquisitiva de los individuos.
Según la opinión de expertos como el Doctor peruano Ernesto Gozzer, los sistemas de salud de América Latina deben invertir en protocolos de salud preventiva, evitando no solo un mayor gasto público con la llegada de crisis sanitarias, sino además se conseguiría eludir el colapso de centros hospitalarios, sin agravar la situación económica de los países en desarrollo.
La pandemia más registrada en la historia por los medios de comunicación en tiempo real, llegó tomando súbitamente al personal médico, a innovaciones de tecnología de punta, una comunidad científica dividida y la misma evolución del ser humano en pleno siglo XXI.
Reiterando que hasta ahora la fórmula secreta para alcanzar la seguridad sanitaria mundial se encontrará estructurada por la política , más la economía y finalmente por unas pizcas de ciencia.
Mientras los intereses comerciales continúen prevaleciendo frente a la calidad de vida del ser humano, mientras la misión de conquistar el mundo sea más fuerte que una globalización benéfica que provea de una cooperación real para enfrentar desafíos comunes que el atrevimiento de la raza humana ha provocado con su errado accionar.
Gracias a la globalización, probablemente la producción acelerada de la vacuna será un hecho, ¿pero ofrecerá la calidad debida para la salvaguarda de millones de pacientes?
* Estudiante de quinto año de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la Universidad de El Salvador (UES) San Salvador, El Salvador. Correo electrónico: gabyuma97@gmail.com
** Estudiante de quinto año de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la Universidad de El Salvador (UES) San Salvador, El Salvador. Correo electrónico: lovosandrea@gmail.com
Notas
2 María Chávez. (2020). Estos son los 6 fármacos más prometedores que testean en el mundo para combatir el coronavirus, Infobae, https://www.infobae.com/america/tendencias america/2020/04/09/estos-son-los-6-farmacos-mas-prometedores-que-testean-en-todo-el-mundo para-combatir-el-coronavirus/ (consultado el 3 de junio de 2020)
3 Carmen M. López. (2020) Covid-19 La importancia de la prueba de los anticuerpos. Gaceta Médica, https://gacetamedica.com/investigacion/covid-19-la-importancia-de-las-pruebas-de-anticuerpos/ (consultado el 03 de junio de 2020)
4 BBC NEWS Mundo. (2020) Coronavirus: qué es la hidroxicloroquina, el medicamento contra la malaria que en EE.UU. estudian como potencial tratamiento del covid-19.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-51991197 (consultado el 03 de junio de 2020)
5 Yao X, Ye F, Zhang M, Cui C, Huang B, Niu P, Liu X, Zhao L, Dong E, Song C, Zhan S, Lu R, Li H, Tan W, Liu D. (2020) In Vitro Antiviral Activity and Projection of Optimized Dosing Design of hydroxychloroquine for the Treatment of Severe Acute Respiratory Syndrome Coronavirus 2 (SARS CoV-2). Clinical Infectious Diseases The Oxford Academic. https://doi.org/10.1093/cid/ciaa237 (consultado el 03 de junio de 2020)
6 Denise Grady, Katie Thomas, Patrick J. Lyons, Neil Vigdor. (2020). Lo que hay que saber sobre la hidroxicloroquina. New York Times. https://www.nytimes.com/es/2020/05/19/espanol/plaquenil hidroxycloroquina-Trump-que-es.html (consultado el 3 de junio de 2020)
7 CELAG. (2020) Geografía Política del Coronavirus en América Latina. https://www.celag.org/geografia-politica-de-coronavirus-en-america-latina/ (consultado el 03 de junio de 2020)
8 CELAG. (2020) Geografía Política del Coronavirus en América Latina. https://www.celag.org/geografia-politica-de-coronavirus-en-america-latina/ (consultado el 03 de junio de 2020)
9 Juan José Dioses. (2020) América Latina. La cruda realidad de los sistemas de salud y la pandemia. Vatican News. https://www.vaticannews.va/es/mundo/news/2020-04/america-latina-cruda-realidad sistemas-salud-pandemia-coronvirus.html (consultado el 03 de junio de 2020)
10 Juan José Dioses. (2020) América Latina. La cruda realidad de los sistemas de salud y la pandemia. Vatican News. https://www.vaticannews.va/es/mundo/news/2020-04/america-latina-cruda-realidad sistemas-salud-pandemia-coronvirus.html (consultado el 03 de junio de 2020)
11 Miguel Lago. (2020). ¿Están los sistemas sanitarios latinoamericanos preparados para el coronavirus? Agenda Pública, El País. http://agendapublica.elpais.com/estan-los-sistemas-sanitarios latinoamericanos-preparados-para-el-coronavirus/ (consultado el 4 de junio de 2020)
12 Organización Panamericana de Salud. (2020). Llamamiento a donantes de la OPS requiere 95 millones de dólares para ayudar a América Latina y el Caribe a enfrentar la pandemia por COVID-19, OPS. https://www.paho.org/hq/index.php?option=com_content&view=article&id=15767:paho-appealsfor-95-million-to-help-latin-america-and-the-caribbean-cope-with-the-covid-19-pandemic&Itemid=1926&lang=es (consultado el 04 de junio de 2020)
13 Jornal O tempo. (2020) "Los de la derecha toman cloroquina, los de la izquierda, Tubaína", dice Bolsonaro. https://www.otempo.com.br/coronavirus/quem-e-de-direita-toma-cloroquina-quem-e-de esquerda-tubaina-diz-bolsonaro-1.2339425 , consultada el 5 de jun. de 20.
14 New York Times. (2020) El nuevo frente del nacionalismo: la batalla global contra el virus. https://www.nytimes.com/es/2020/04/13/espanol/negocios/nacionalismo-coronavirus-vacuna.html. (Consultada el 5 de junio de 2020)
15 Miguel Lago. (2020). ¿Están los sistemas sanitarios latinoamericanos preparados para el coronavirus? Agenda Pública, El País. http://agendapublica.elpais.com/estan-los-sistemas-sanitarios latinoamericanos-preparados-para-el-coronavirus/ (consultado el 4 de junio de 2020)
Referencias Bibliográficas
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