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Previniendo futuros holocaustos nucleares: emergencia del paradigma multilateral

Néstor Véliz Catalán1

Introducción


En primera instancia, el presente ensayo busca realizar una contextualización histórica y política de la orientación unilateral para resolver y regular la producción de armas nucleares. El objetivo fundamental del trabajo es formular una propuesta de multilateralización de las discusiones sobre los programas nucleares de algunas naciones que adversan las imposiciones de potencias mundiales. La metodología contemplada para el efecto conduce, en gran parte a elaborar dicha propuesta sobre la premisa de que, la acción unilateral no ha resultado satisfactoria, ni ha permitido la inclusión de la mayor cantidad de países en un consenso funcional.


Finalmente, se presenta la propuesta, haciendo énfasis en tres aspectos: reorientación de las instituciones de consenso, integración de todos los países al mismo y la formulación de un compromiso de desnuclearización desde una perspectiva inclusiva, lo cual debía haber sido contemplado desde una perspectiva de integración que trascendiera de las alianzas e inclusiones condicionadas, aspectos que constituyen base de la lógica de las relaciones internacionales al presente.


Contextualización histórica


El 24 de abril de 2021 recién pasado, por tercera ocasión, ha tenido lugar la celebración del Día Mundial del Multilateralismo y la Diplomacia para la Paz. Esta novedosa efemérides, contemplada a nivel global, es impulsada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) desde el año 2019 y pretende implementar un nuevo equilibrio político a nivel global, lo que, en el actual momento, resulta un tanto utópico debido a la vigencia de poderes concretos y de bloques políticos que ejercen una hegemonía sobre naciones subalternas.


Una somera revisión a la Historia Universal permite establecer la articulación de un sistema que se vertebra a partir de la desigualdad, de la asimetría según criterios de poder económico, militar y de extensión a lo diplomático a la defensa de sus intereses. En términos más políticos y económicos, el desarrollo del actual sistema dominante a escala mundial, el mundo moderno ha evolucionado a partir de movimientos competitivos al respecto de la hegemonía, lo cual, si bien no es privativo de las sociedades industrializadas, si ha reflejado en ello un mayor énfasis.


Haciendo una retrospectiva, puede decirse que, aún desde una perspectiva no eurocéntrica, Europa ha protagonizado la hegemonía mundial desde tiempos antiguos, cuando griegos y romanos establecieron avanzados estados esclavistas. Seguidamente, los países cuya unificación política llevó a la cohesión de numerosos estadillos feudales bajo la convocatoria de conformar una Monarquía, como Alemania, Francia e Inglaterra, le permitió a este continente contender con las avanzadas del Islam en las Cruzadas, una larga confrontación de innegable tinte religioso2.


Con el aumento de los movimientos expansivos del mercantilismo, la Historia registra que, en un momento dado, la búsqueda de un paso al Oriente en rumbo al Occidente, con el fin de sortear el cerco impuesto por los turcos otomanos en 1453 llevó a navegantes portugueses y españoles a recorrer gran espacio marítimo, permitiendo entonces el tráfico esclavista y comercial con África y lo que se denominaría en lo sucesivo como “América”, a lo que se agregó la existencia de Compañías comerciales neerlandesas, británicas y francesas, así como al movimiento pirático de estas mismas procedencias. 3


En la era del capitalismo industrial, de nuevo se impone la hegemonía de Inglaterra y Francia, a las que se suma Alemania. La colonización de Asia, Oceanía y África, acaparada por ambas, permite su enseñoreamiento en una dimensión global, anulando la potencialidad de emerger de antiguos reinos africanos, los señoríos islámicos, India, China y Japón tras la real o nominal pérdida de su soberanía. Al interior de Europa puede hablarse de la existencia de potencias como Prusia y el Imperio Austro-Húngaro, pero la trascendencia de los mismos es limitada, pues no irrumpen en otras esferas geográficas.


En el contexto de la irrupción del capitalismo y su expansión, se preserva el poderío de Inglaterra y Francia, a los que se suma Estados Unidos de Norteamérica, país que protagonizó un proceso de consolidación que arranca con su independencia en 1776 y se extiende hasta la Guerra de Secesión de 1861 a 1865. A ello se suma el Japón moderno, cuya apertura al Occidente, iniciada en 1853 fue el punto de arranque de un proceso que se apuntalaría con las Reformas Meiji de dos décadas después, lo que sumado a la modernización de su ejército y la victoria obtenida sobre el Imperio Ruso en la guerra de 1894-1895.


La primera guerra mundial enfrentaría a muchas de las potencias mencionadas con anterioridad, y marcaría un derrotero para la definición hegemónica resultante. Debido al resultado de la misma, algunos países en ascenso, como Alemania, son derrotados y tienen que aceptar condiciones onerosas como las manifestadas en el Tratado de Versalles de 1920, otros como Rusia tienen grandes conmociones políticas y otros, tal es el caso del Imperio Austro-húngaro, tocan a su fin y se fragmentan en numerosas porciones, correspondientes geográficamente a los pueblos que le conformaron.


El período de transición entre la Primera y Segunda Guerra Mundial transcurre en medio de agudas crisis económicas, el ascenso de la Unión Soviética y del rearme de Alemania, disminuida tras su derrota. La escalada belicista iniciada con la “blickzfrieg” nazi hacia países vecinos, se secundó con una alianza con Italia, que puso en el mismo campo a dos representantes conspícuos del fascismo. A ello se sumaría Japón, país que entraría de lleno en la guerra tras atacar la posición estadounidense de Pearl Harbour en diciembre de 1941. A la fecha, este es el país que, en mayor medida, ha registrado los efectos del uso de las armas nucleares, al recibir en su suelo ataques orientados a doblegar a su gobierno a rendirse en agosto de 1945.


Multilateralismo, ¿una opción de redefinición hegemónica?


El multilateralismo, como propuesta de reordenamiento y alternativa al unilateralismo, sugiere, en el contexto de las Ciencias Sociales contemporáneas, la necesidad de aportar la proyección futura de un nuevo equilibrio internacional. Entre la gama de problemáticas que la Humanidad continúa sobrellevando, a pesar de que ha atravesado por las amargas consecuencias de dos guerras mundiales, la amenaza de que puede existir, en cualquier momento, un holocausto nuclear ha estado presente, siendo parte de un discurso mediáticamente presente, reiterando la presentación de la amenaza nuclear como un peligro para la especie humana4.


Durante mucho tiempo, tanto el campo socialista como el capitalista sostuvieron enfrentamientos bélicos en los cuales el componente nuclear estuvo presente, ejemplo de ello lo constituye la llamada Crisis de los misiles, desarrollada en Cuba y que involucró a los Estados Unidos y la Unión Soviética5 (Prieto Rozos 2016). A lo largo de la llamada Guerra Fría, las armas nucleares estuvieron presentes en los discursos tanto de Estados Unidos, que acusó repetidas veces a su contraparte de impulsar una escalada en la fabricación de armas no convencionales, mientras del otro lado, el derecho al desarrollo de programas nucleares y la nuclearización de la producción de energía fue defendido como una forma de autodeterminación, a la cual debían de consagrarse los esfuerzos de los científicos, aún con los costosos accidentes del caso (Chernóbil 1986)


No obstante, en el siglo XXI, los diferendos en materia nuclear ya no transitan por aquella vieja confrontación entre los mundos capitalista y socialista, pues ya no existe esa bipolaridad en torno a la cual, se agruparon muchos países conformando bloques opuestos en lo político, lo económico y, desde luego, lo ideológico. Recientemente, y después de que se desmoronara el bloque liderado por la URSS, despuntó la hegemonía estadounidense y con ello se instaló el unilateralismo, el cual se ha reflejado en varias guerras de ocupación que frecuentemente se interpretan como avanzadas de sus intereses estratégicos6.


Debido a que, en el mundo moderno se avizoran nuevas condiciones políticas con respecto a aquellos años, y que la hegemonía transita por una nueva redefinición al existir la conformación de grandes bloques7, el problema nuclear es tratado desde ángulos y posicionamientos distintos. Este reconocimiento permite comprender las diferentes formas de asumir la problemática y de instrumentalizarla, convirtiéndola en un aspecto útil a la negociación y recurso estratégico.


En tiempo reciente, dos países asiáticos han planteado la continuidad de los diferendos nucleares de antaño. Tanto Irán, una República Islámica, como Corea del Norte, República Popular (socialista)8, han sostenido una actitud beligerante en contra de movimientos externos como la hegemonía estadounidense y la globalización económica. Ambas naciones, han invocado su derecho a obtener energía por medio de manipulación de elementos radiactivos, lo cual se suma a una actitud básica, elemental de su política exterior, que la hace parte de un esfuerzo por subsistir ante las presiones externas.


Este último aspecto es sumamente importante para plantear tanto el enfoque de análisis como la propuesta principal de este ensayo, el cual ha de considerar el carácter estratégico de la producción nuclear y el uso ideológico que se le da a ello en un contexto de confrontación marcado y caracterizado por la desigualdad y asimetría de los involucrados9. Al asumirse la producción de armas y tecnología nuclear como un elemento útil para negociar la subsistencia de un régimen político y poseer un elemento disuasivo ante cualquier intento de invasión, esta fuerza latente tiene una orientación y direccionalidad: un enemigo externo10, lo que supone una actitud de recelo y permanente justificación del fin defensivo del uso de este armamento.


En los casos citados, y sin realizar demasiado esfuerzo, se puede encontrar que la amenaza a la subsistencia de estas naciones, desde la posición de sus élites gobernantes, no es un sistema o modo de gobierno, ni un conjunto de países, sino un país en concreto: Estados Unidos de Norteamérica, pudiéndose delimitar la problemática a un enfrentamiento entre dos posturas irreconciliables, que bien podría ser “privatizado” e interpretado como “exclusivo” de ambas partes. No obstante, si esto se justificara, quedaría invalidada mucha de la literatura diplomática y de las Relaciones Internacionales, pues la posibilidad de mediar sería una utopía.


Los años 2020 y 2021, marcados por la pandemia de coronavirus, presencian un contexto en el cual las luchas se extienden a lo ideológico y mediático. Esta es una época marcada por la teoría de la guerra asimétrica, de la doctrina del general ruso Váleri Gerasimóv, para la cual, la guerra salta y trasciende de los campos de batalla convencionales, extendiéndose a todas las esferas (comercial, ideológico, etc.).11 Existe, en la Historia reciente, un precedente de confrontación con una potencia externa en torno al armamento y la producción de armas nucleares; el mismo se localiza en la llamada “Guerra contra el Terrorismo”, declarada por la administración Bush Jr. en contra de países y organizaciones acusadas de colaborar con al Qaeda y sus aliados desde el verano boreal del año 2001.12


Un mes después del 11-S, el gobierno estadounidense formuló una doctrina antiterrorista en la cual, colocó al nivel de colectivos calificados como grupos terroristas a seis países a los que agrupó en un bloque, el llamado Eje del Mal, se trataba de Afganistán, Irán, Irak, Siria, Libia y Corea del Norte13. A partir de octubre de 2001, Estados Unidos intervino directamente en Afganistán, país acusado de albergar y permitir el uso del territorio nacional para planificar operaciones terroristas a escala internacional a Osama bin Laden y Al Qaeda, enemigos de la Humanidad (Ávila Sánchez 2006, 86) y desde entonces, este país como Irak, fueron invadidos con el beneplácito y la participación de algunos países de la Comunidad Europea y la OTAN. La invasión iniciada en marzo de 2003 fue el inicio de una guerra preventiva, en la cual se impusieron gobiernos que garantizaron un distanciamiento con respecto a la nebulosa terrorista dirigida por el ex ciudadano saudita, cerebro de los atentados de Nueva York14.


En el caso de Irak, se insistió hasta la saciedad en la existencia de pruebas fehacientes de que su producción nuclear podría ser tomada por grupos terroristas, lo que, para Estados Unidos, justificó una guerra de invasión con el objetivo de cambiar al gobierno iraquí, lo que llevó al derrocamiento de Saddam Hussein y la destrucción de la infraestructura de este país so pretexto de proceder a su necesaria democratización (Ávila Sánchez 2006, 73) (Stanganelli 2009, 27)15. Después de finalizada la invasión, el gobierno norteamericano no pudo evitar que se difundieran pruebas de que, la suposición de que Irak podía provocar un holocausto nuclear se exageró a propósito, con tal de justificar la invasión.


Ante este proceder, tanto Irán como Corea del Norte, continúan sosteniendo una actitud de defensa de su producción nuclear, por lo que, la confrontación con Estados Unidos se maneja como un asunto de Estado16. Lejos de colaborar con la superación de las diferencias en esta confrontación, a todas luces asimétrica, los organismos de arbitraje internacional que han acudido en busca de una mediación eficaz no han logrado relajar las tensiones ni involucrar a las partes a un consenso que les comprometa a cooperar a través de la firma de un acuerdo funcional. Este podría ser el elemento que ponga fin a las diferencias y asegure la superación del uso de las armas nucleares como elemento disuasivo en la confrontación y la búsqueda por asegurarse la continuidad de su orientación política.


Actualmente, el estado de la cuestión nuclear, aún con el Covid-19 dominando el escenario mundial, es producto de frecuentes debates en el campo de las Ciencias Políticas como en las Sociales y Humanas17. La multiplicación de canales de información y producción de discursos informativos ha producido una mayor ventilación del tema, pero ello no implica que, el interés sobre el mismo se instale en las mayorías. Ante el dilatado expediente de negociaciones fallidas y también, el antecedente de que, los organismos especializados de arbitraje no tienen asegurada una neutralidad operativa, conviene plantear una nueva forma de producir un consenso inclusivo sobre el manejo de las armas nucleares.


Objetivo


A todas luces, las vías que propone el unilateralismo han fracasado en el intento de definir una política que evite las consecuencias de los diferendos nucleares. Ya sea en el caso de obligar a los países que utilizan dichas armas para negociar con las potencias hegemónicas a cambiar de orientación, o bien de lograr un consenso internacional favorable a la relajación de las oposiciones que estimulan la carrera nuclear, tales esfuerzos no han fructificado.


Habiendo expuesto el contexto de análisis para el problema nuclear, procurando mostrar evidencias del fracaso del enfoque unilateralista, se expresará aquí una propuesta orientada en dirección contraria, abierta al multilateralismo, a las opciones pluralistas. Esto permitirá conjurar el peligro de una conflagración nuclear, algo no logrado por iniciativa de potencias y países hegemónicos. Se busca presentar que, involucrando a la mayor parte de interlocutores y negociadores, se podrá evitar la polarización y la conversión del problema nuclear, de asunto entre dos naciones enfrentadas política e ideológicamente a través de la Historia, en tema de interés e incumbencia de todos, un problema de carácter global, mundial.18


Esta última parte de la propuesta descansa en el hecho de que, si el manejo de armas nucleares debe ser regulado, invocando el bien de la Humanidad, siendo la Humanidad no un ente abstracto o un concepto vacío, sino el conjunto de todos los seres humanos de todos los países, sin excepción, la que ha de participar, a través de sus representantes, en los consensos que definen la producción, uso y orientación de ello. A estas alturas, ha quedado de manifiesto el estrepitoso fracaso, en términos políticos, económicos y humanitarios la vigencia del unilateralismo, el cual ha constituido un enfoque proclive a favorecer el interés privado, corporativo y elitario por sobre el de la especie.


Existen varios criterios desde los cuales generar esta propuesta. En esta era, llamada de la comunicación, existe gran profusión de discursos sobre temas cruciales, lo cual, debido a una frecuente banalización no permite se consideren como propuestas de cambio. Las últimas décadas han presenciado como una variedad de asuntos que son parte de agendas de negociación, son asumidos y abordados sin la debida visión de futuro, por tanto, el unilateralismo no ha tenido crítica en los espacios media, al menos en los de orientación más masiva, proclamados oficiales19.


Como se puede comprender, el multilateralismo debiera marcar la pauta a una transición del monopolio de la intervención en los diferendos nucleares a un paradigma de apertura pluralista, en el cual, no existan criterios de selectividad basados en el poderío económico o militar de las naciones. Por el hecho de que, ni las catástrofes ecológicas ni los elementos naturales reconocen fronteras físicas, todos los países del mundo pueden ser afectados en el caso de que exista una guerra cuyas operaciones incluyan armas nucleares20. Debido a ello, se precisa de un consenso inclusivo, que permita oír otras voces, dar paso a otros criterios para proceder con el manejo de un problema gestionado privando los intereses de élites y corporaciones empresariales, para los cuales, las negociaciones con el trasfondo de la amenaza nuclear constituyen parte de un negocio altamente rentable21.


Metodología


La presente propuesta tiene como primer punto a desarrollar un dimensionamiento contextual de lo que ha sido, hasta el presente, la intervención de un criterio unilateral en el desarrollo de la carrera nuclear. A grandes rasgos, se ha expuesto que, el unilateralismo es resultado de un proceso de asentamiento hegemónico de Estados Unidos de Norteamérica, mismo que se ha venido consolidando una vez que ha desaparecido la contraparte, el poder de la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).


También se ha mostrado, como el 11-S ha influido en una expansión del poder estadounidense en la primera década del siglo XXI. La venganza o respuesta punitiva por el mayor ataque terrorista perpetrado en el hemisferio occidental, llevó a la invasión de Afganistán e Irak, países agrupados en el llamado Eje del Mal, sobre los cuales, la administración Bush Jr. descargó las sospechas de colaborar con la célula responsable de los siniestros ocurridos en Nueva York (Ávila Sánchez 2006, 85) (Prieto Rozos 2016, 603). Así también, cómo esta ofensiva, con su carácter claramente invasivo, se ha enfrentado con un uso de la tecnología nuclear como elemento disuasivo por países como Corea del Norte e Irán, naciones empeñadas en prevenir la intervención directa del poder hegemónico22.


El tratamiento, en el presente, de la cuestión nuclear, corresponde a las directrices de la llamada Guerra Global contra el Terrorismo, aspecto que margina los intereses del resto de los demás países, de la Humanidad, puesto que se ha impuesto en ello la visión y criterios de Estados Unidos. Por lo mismo, se ha impuesto una interpretación unilateral que ha confinado el diferendo ocasionado por los intentos estadounidenses de regular la producción de armas nucleares como parte, no de un esfuerzo humanitario o pacifista, sino como extensión de su particular confrontación con países confrontados históricamente a su poder en las esferas ideológicas, políticas y económicas23.


Las anteriores premisas preparan el camino para expresar una propuesta de tratamiento inclusivo de los problemas nucleares, la cual se manifestará en tres aspectos concretos: a) Establecimiento de un consenso inclusivo, abarcativo y representativo para dirimir los conflictos que han sido invocados como elementos propiciadores de un holocausto nuclear, b) Creación de un organismo de arbitraje basado en el consenso aludido en el inciso anterior, que establezca una nueva regulación de las actividades nucleares, formulando nuevos instrumentos jurídicos, normativas legales y c) Formulación de un compromiso que involucre a todos países en un acuerdo que permita crear las condiciones propicias para que el consenso generado sea sostenible.


Resultados


A través del debido análisis de la situación que trae consigo la perpetuación del unilateralismo en el tratamiento de las cuestiones nucleares, se ha llegado a establecer que, el holocausto nuclear que tanto asoma como probable resultado de conflictos en los que se involucran estas armas altamente letales, de destrucción masiva, no podrá ser prevenido eficazmente si no existe un involucramiento de quienes han desarrollado un interés por el bienestar de la Humanidad. La contribución a la prevención de un futuro holocausto nuclear demanda de las Ciencias Políticas, Sociales y Humanas propuesta que apunten a la superación de esquemas caducos y acciones que no han contemplado la posibilidad de legar a las próximas generaciones un futuro sin el lastre del problema nuclear.


Es un hecho que, la regularización de la producción de armas nucleares en la actualidad transita por los cauces del unilateralismo, debido a que, este tema está de realce en el marco de la vigencia de la Guerra contra el Terrorismo, iniciada en 2001 y sin finalizar a la fecha. (Wikipedia 2021) En otras palabras, es el criterio de las autoridades estadounidenses el que se impone a la hora de demandar, de los países productores de armas nucleares, el seguimiento y cumplimiento a consensos establecidos con anterioridad, en el marco de Tratados de No Proliferación Nuclear y otros documentos.


Habiendo ya explicado, las circunstancias que impiden realzar el interés común por sobre el particular en los diferendos provocados por la continuidad del no sometimiento de algunos países al enfoque impuesto por Estados Unidos, se puede llegar a la conclusión de que el unilateralismo ha fracasado y se presta para convertir, el asunto nuclear en otro más de la agenda política. Como se ha dicho, en los espacios de cabildeo y negociación se ha impuesto un criterio emanado de la doctrina antiterrorista de este país, la cual no es compatible con las políticas de defensa de las demás naciones.


Debido a que, actualmente (2021), continúa la utilización de las armas nucleares como elementos de negociación por algunos países (Corea del Norte, Irán) y de que, aún se puede hablar de la inexistencia de un consenso que permita involucrar de forma activa a otros países además de Estados Unidos y Europa, resulta pertinente realizar una propuesta para, además de integrar a otros países a la discusión de estas problemáticas. En ello se concretizará, desde la Academia, un aporte con asidero en los antecedentes de la problemática, mismo que combinará la vocación crítica de análisis coyuntural con la proyección de las disciplinas socio humanísticas a problemas reales cuya solución compete a todos.


Para modificar la forma en que se manejan los diferendos nucleares, caracterizados por disputas en torno a la vigencia de los Tratados de No Proliferación Nuclear24 y la desnuclearización, se ha propuesto la creación de un nuevo consenso, que tenga, entre sus principales móviles, desprivatizar el problema nuclear, sacarlo de la bipolaridad. Esto será posible solamente, si existe una voluntad de cambio en las máximas instancias de consenso internacional, mismas que han evidenciado plegarse a los intereses unilaterales en el pasado25.


La ONU actual, revisando su desempeño en la gestión de soluciones para la problemática nuclear, no ha impedido la intervención, de lleno, de los criterios de Estados Unidos, país que se ha apropiado del rol de “gendarme” del mundo. Una transición hacia un mundo multipolar, donde las decisiones en asuntos medulares, como las políticas de conservación del ambiente, protección del agua, etc. se desarrollen de manera inclusiva, no tiene lugar solamente con la formación de bloques emergentes en lo comercial, (antigua UE, BRICS, etc.), sino con la integración de los países que pueden ser perjudicados con un manejo indiscriminado de los productos de la actividad nuclear, que son la totalidad.


De este esfuerzo por integrar, en un paradigma igualitario, a todos los países, dependerá la formación de un organismo de arbitraje que sustituya a las instancias existentes hasta el momento, cuya funcionalidad ha sido limitada en el sentido de formular un consenso que resuelva los problemas en torno a la proliferación de armas nucleares. Han pasado muchas décadas desde que, Estados Unidos, “estrenó” el uso de estas armas dirigiéndolas contra la población civil japonesa en el marco de la Segunda Guerra Mundial y, pese a lo nocivo que ello resultó26, no ha existido ninguna posibilidad de evitar que este uso destructivo de la tecnología se cierna sobre la Humanidad. En el contexto de la Historia Política y de las Relaciones Internacionales queda siempre la interrogante de si, el mundo reaccionaría igual si, en lugar de ser estadounidense el ataque a suelo japonés, el mismo hubiera sido perpetrado por la URSS u otra potencia.


Más bien, la proliferación nuclear se ha permitido como medio de manipulación para provocar la estigmatización de algunos países, cuya política exterior se sirve del uso de las armas nucleares como medio de defensa. Esta es la explicación de la estigmatización de algunos países, más aún después de 2001, cuando el señalamiento de poseer armas nucleares justificó la invasión por Estados Unidos y un grupo de naciones aliadas de Irak, sin que el supuesto arsenal de ese país apareciera tras el desmantelamiento del régimen baathista de Saddam Hussein.27


Esta institución podrá, fungiendo en representación de la Humanidad en su conjunto y no representante de intereses focales, activar mecanismos y procesos de negociación con países que sostienen oposición a las políticas estadounidenses como Corea del Norte e Irán28, los cuales han instrumentalizado su producción nuclear como elemento de presión y disuasión, convirtiéndolo en un elemento disponible al momento de efectuar una defensa a su soberanía, mancillada por alguna agresión29.


Entre las funciones que ejecute este organismo, será prioritaria la formulación de nuevos compromisos para la desnuclearización, los cuales tendrán la ventaja para los países fiscalizados de carecer de la intervención de intereses abrasivos, evitando la polarización a que induce el actuar de forma unilateral. La vocación pluralista, empero, no deberá permitir dispersión y relajamiento de los fines perseguidos que, fundamentalmente, apuntan a obtener, en primera instancia, la transparencia en el registro de los arsenales nucleares de los países fabricantes, como un progresivo desarme nuclear30.


Los lineamientos de esta institución deberán quedar plasmados en documentos en que, todos los países del mundo adquieren luna categoría como gestores de la mediación, instaurando una nueva responsabilidad global, misma que se plasmará en documentos que les comprometen a abandonar la pasividad y comodidad. La premisa fundamental para incentivar este modus operandi es apropiarse de una temática que ha sido confinada a Estados Unidos y Europa con base en que, de producirse un holocausto nuclear, todos serían afectados.


Por consiguiente, con un enfoque multilateral rigiendo el desempeño de la vigilancia sobre la producción de elementos nucleares, sean estos destinados a la industria bélica o no, pueden obtenerse los beneficios siguientes:


  1. Instauración de un nuevo equilibrio internacional en los organismos de decisión sobre la proliferación nuclear, que permita asumir el compromiso de la desnuclearización a la Humanidad en su conjunto.

  2. Relajamiento de los enfrentamientos que han constituido la raíz de la proliferación nuclear con fines defensivos realizada por países confrontados a los intereses unipolares (Corea del Norte, Irán).

  3. Aumento de la conciencia, a nivel global del daño que causa a los ecosistemas y a la producción de elementos fundamentales para la vida humana el manejo inadecuado de desechos nucleares a través de la implementación de campañas educativas y de optimización del reciclaje del material nuclear desechado.

  4. Cancelación, con la implementación de estas medidas, del siempre latente peligro de un holocausto nuclear, invocado como resultado del desarrollo de una guerra con armas de este tipo.

  5. Legar a las nuevas generaciones, un mundo en el que, los problemas derivados de la proliferación de las armas nucleares se han superado con la participación e inclusión de representantes de todas las naciones soberanas e independientes.


Estos fines pueden sonar altamente utópicos, pero debe tenerse presente, que también la producción de energía nuclear fue, en algún momento, una utopía. Dado el expediente de enfrentamientos en torno a si, los modernos programas nucleares tienen una finalidad pacífica o no, resulta congruente pensar en grande para prevenir catástrofes derivadas de ello. En más de siete décadas de post-guerra, se ha comprobado de que la paz es esquiva, evasiva y depende mucho de la corrección política… ojalá y no llegue el momento en que la misma vida humana, la Civilización que conocemos, con sus cosas buenas y malas, no sea una utopía debido a un holocausto nuclear…


Referencias


"Tratado de no proliferación de armas nucleares". Nueva York, 1968.

Ávila Sánchez, Ana María. El discurso de terrorismo del presidente George Bush después del 11 de septiembre ¿política moral? o ¿teología más allá de la política? México D.F.: FLACSO Maestría en Ciencias Sociales, 2006.

Damano Florencia, Della Mora, Leandro. «Gabriel Kolko: Una interpretación contemporánea de la Guerra de Vietnam.» Huellas de Estados Unidos: Estudios y debates desde América Latina, 2015: 7-23.

Laming, Henry. "Las Cruzadas en 25,000 palabras". Barcelona: Bruguera, 1975.

Prieto Rozos, Alberto. "Historia íntegra de América". Guatemala: CELAT Escuela de Ciencia Política USAC, 2016.

Stanganelli, Isabel Cecilia. La guerra en Irak: Estados Unidos y los medios de comunicación. La Plata: Universidad Nacional, 2009.

Véliz Catalán, Néstor. «Primavera” frente a una dictadura resiliente, crisis del régimen baasista y guerra civil 2011-2017: análisis del conflicto sirio desde la Historia Política”.» Política y Sociedad, 2017: 265-291.

Wikipedia. Artículo Guerra contra el Terrorismo. 8 de abril de 2021. https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_contra_el_terrorismo (último acceso: 12 de abril de 2021).



1 Guatemalteco. Profesor de Educación Media en Historia y Ciencias Sociales, Escuela de Historia USAC (2006). Estudiante de la Licenciatura para la Enseñanza de la Historia en la misma unidad académica. Investigador independiente en Historia Universal e Historia Política. Posee varias publicaciones sobre diversas temáticas académicas en Iberoamérica y Europa.

2 Según Henry Laming, en “Las Cruzadas”, este es el componente más importante de una larga confrontación en la que tuvo lugar una confrontación entre Asia y Europa, que podría remontarse a una poco conocida toma persa de Jerusalén, realizada en 614. (Laming 1975)

3 Momento histórico caracterizado por la transición entre feudalismo y capitalismo en lo que, según Marx, Engels, Lenin y otros autores, se conoce como “fase mercantilista”, caracterizada por el intercambio con valor agregado de productos que, con el tiempo, se convertirían en artículos de consumo. La demanda de los mismos (especias, azúcar, sedas) empujó el consenso que permitió el financiamiento del primer viaje de Cristóbal Colón en el cual sus naves atracarían en tierras antillanas. (Prieto Rozos 2016)

4 El manejo de las armas nucleares no es privilegio de potencias tecnológicas y en el desarrollo científico, como tampoco de naciones orientadas a la oposición a la hegemonía mundial, naciones que dedican gran parte de sus recursos económicos a confrontaciones con otras naciones, sean potencias o no, sin que esto signifique un estado de guerra abierta. Es sabido también que, entre los países hegemónicos, existen gran cantidad de armas nucleares, y que las mismas no están sometidas a una regulación proveniente del exterior.

5 Este episodio puso de relieve el uso estratégico que pudo dársele a armas de largo alcance, algo que se ha reconocido como detonante de una Tercera Guerra Mundial. Ocurrido en 1961, auguró una era de uso estratégico del armamento nuclear y de la articulación de discursos que apelan a ellas como último recurso de subsistencia. Ha de recordarse que, en aquel entonces, la esta crisis ocurrió en una coyuntura en la cual, la naciente Revolución había derrotado a movimientos contrarrevolucionarios (Guerrilla de El Escambray) y enfrentó la invasión de Bahía de Cochinos. Esta apelación al uso extremo de la fuerza es reeditada por los países que poseen armamento nuclear, siendo el caso más representativo el de Irán, el cual esgrime elementos justificativos propios de lo que Gabriel Kolko llamó, Política de la Contención, de uso justificatorio por las administraciones norteamericanas que intervinieron en Vietnam desde 1965 (Damano Florencia 2015, 12) .

6 Está claro que, durante la administración de George W. Bush, los atentados del 11-S fueron instrumentalizados para justificar una expansión hegemónica que le permitió asegurarse el control de importantes reservas de hidrocarburos y presencia en contextos donde es posible encontrar rédito político y expandir la hegemonía. Puede hablarse también de una “doctrina” que fue sostenida y promocionada como medio más eficaz de fortalecer la seguridad de Estados Unidos interviniendo de forma preventiva, a modo de propiciar las condiciones que conlleven un desarrollo democrático. Procediendo así, se busca evitar que existan condiciones que permitan la subsistencia del terrorismo, su maduración y exportación. Esta ofensiva norteamericana resultó infructuosa, puesto que, aparentemente, el terrorismo islámico se fortaleció y diversificó, produciendo diversos ataques en Europa, como lo mostraron el 11-M en España (2004) y el 7-J en el Reino Unido (2005).

7 Lo que, auguraría el abandono del unilateralismo y sugeriría el liderazgo consensuado dentro de los mismos.

8 La orientación ideológica de ambos países ha influido en gran medida sus prácticas políticas que ha llegado a constituirse en parte de una identidad cultural. En el caso del primer país, la Revolución Islámica de 1979 consolidó las posturas conservadoras que, en términos de regulación de la vida individual y social tenía ya el clero chiíta, en el segundo, la élite norcoreana ha asumido una actitud de antiimperialismo selectivo, que le lleva a ser enemiga acérrima de Estados Unidos, El Imperio, pero aliada de otras potencias con pasado imperialista y prácticas de expansión económica y militar como Rusia y China.

9 Una importante aportación al respecto la proporciona el libro “La fábula del tiburón y las sardinas”, del político, estadista y filósofo guatemalteco Juan José Arévalo Bermejo, presidente entre 1945 y 1951. En dicho texto se plasma una doctrina que ilustra la asimetría de las relaciones entre países subalternos y las potencias, lo cual esboza una explicación del estado de dependencia de las naciones iberoamericanas con respecto a Estados Unidos, potencia victoriosa después del final de la Segunda Guerra Mundial.

10 Entre los países agrupados por Bush en el Eje del Mal existen varios aspectos en común, los cuales ha de considerarse, inciden en la forma en que se maneja la producción de armas nucleares. Estos países, -entre los cuales se puede mencionar a Cuba- sostienen, cada uno, un enfrentamiento contra Estados Unidos perfilado según algunos hechos significativos de la relación sostenida con esta potencia. Debe hacerse notar que también, la hegemonía, a lo interno de estas naciones, está orientada en un sentido de beligerancia y confrontación con la potencia, generando también una ideología que hace de la misma el enemigo vital y necesario, interpretando la Historia y las relaciones internacionales como dimensiones en que se reproducen desniveles y asimetrías insalvables, asimismo, en la contraparte, también la sanción de esta resistencia también es parte de toda una doctrina y lógica de comprender las relaciones con los países incómodos, existiendo también una gran tendencia a buscar enemigos necesarios. En dicha lógica, el proclamado derecho a subsistir planteando resistencia ante el sistema implantado es invocado como recurso que justifica la producción de armas químicas, que se constituyen entonces en “armas defensivas”.

11 Planteamiento de la guerra como un proceso total que prescinde de la clásica confrontación en los campos de batalla, lo que la convierte en “híbrida”. Este planteamiento resignifica la guerra como actividad y proceso de enfrentamiento de intereses, tal como la pudieron haber concebido teóricos y estrategas “clásicos” como Talleyrand, Fouché, Napoleón o von Clausewitz y más modernamente, Max Weber, Thomas Huntington, Gabriel Kolko o James Petras.

12 Oficialmente, un conflicto no concluido, la guerra internacional más larga de la época moderna, abarcando cerca de veinte años y cinco cuatrienios de gobiernos estadounidenses, ocupando casi toda la presidencia de Bush Jr., el período de gobierno de Barack Obama (2009-2017), el cuatrienio de Donald Trump (2017-2021) y lo que ha transcurrido del mandato de Joe Biden, electo para gobernar hasta 2025

13 De estos países, solamente Irán y Corea del Norte no han registrado grandes conmociones o cambios a nivel político. El resto de países del Eje, han sido objeto de invasiones encabezadas por Estados Unidos y secundadas por naciones europeas, conformando coaliciones, lo que pudo observarse en Afganistán e Irak, donde tanto el movimiento talibán como el Baath (Partido Socialista del Renacimiento Árabe) fueron removidos del poder, siendo suplantados por liderazgos pro-estadounidenses. Mientras tanto, en Libia y Siria se desarrollaron conflictos internos iniciados en la llamada Primavera Árabe, que derivaron, en el primero al desencadenamiento de una insurgencia que derrocó al líder Muammar Gaddaffi contando con el apoyo de la OTAN y en el segundo, el presidente Bashar al Assad confrontó la rebelión y se consolidó en el poder debido a recibir gran apoyo de Rusia e Irán-, mostrando una gran diferencia cualitativa con las naciones mencionadas anteriormente, carentes de una vinculación con poderes que ejercieran de contrapeso a Estados Unidos. La Primavera, representó el desencadenamiento de un ciclo de protestas y desafío a muchos regímenes árabes, lo que provocó violentas represiones que virtualmente, aplastaron cualquier oposición en las monarquías petroleras y países de regímenes conservadores como Marruecos, mientras que, en países de gobiernos seculares, estos gobiernos impulsaron abiertamente a la oposición, aglutinando a remanentes islamistas que utilizaron métodos y prácticas terroristas, como puede verse en el caso sirio. (Véliz Catalán 2017, 283-285) Aunque en todos esos países árabes el elemento nuclear nunca se desarrolló al nivel del proceso iniciado por Irak, de parte de los voceros de algunos grupos disidentes participantes en la guerra de Siria, se sostiene el uso de materiales químicos, lo que es muy notorio en los críticos al gobierno.

14 Esa fue la versión que, muchos miembros de la administración Bush (Dick Cheney, Donald Rumsfield, Condolezza Rice, Colin Powell, etc.) esgrimieron como recurso justificatorio de la invasión, destrucción del régimen iraquí y cooptación de la oposición para empoderarla y hacerla gobernar, procediendo con el mismo expediente que cambió el gobierno de Afganistán un año antes. En medios masivos, ha sido reconocida como la Guerra Larga o Guerra Eterna (Wikipedia 2021).

15 En un principio, la principal razón esgrimida por Estados Unidos para intervenir en Irak, durante todo el año de 2002, fueron las acusaciones de que su gobierno poseía un arsenal nuclear, químico y bacteriológico susceptible de caer en manos de Al Qaeda u otros grupos debido a una supuesta compatibilidad de los mismos con el régimen oficialmente laico de Saddam Hussein. Debido a ello, la química Rihab Taha, la Doctora Microbio, formó parte del grupo de líderes que Estados Unidos persiguió, capturó y entregó a las nuevas autoridades iraquíes para formarles causas judiciales, de las cuales algunos resultaron con pena de muerte. Esta premisa fue convertida en parte esencial de la promoción de la invasión por Estados Unidos, pues se apeló al desconocimiento del público de que Hussein era acérrimo persecutor de islamistas radicales por representar, durante mucho tiempo, una opción política laica y secular.

16 También lo fue en Irak hasta 2003. En este país, la delegación de Naciones Unidas o UNSCOM no logró reunir pruebas fehacientes de que el régimen iraquí se encontraba en condiciones de producir en cantidades industriales agentes químicos o biológicos. Hacia 2002, cuando la misma accedió a las instalaciones iraquíes, el antecedente del uso de gas sarín y mostaza contra poblaciones kurdas en la guerra contra Irán y la invasión de Kuwait estaban presentes en la esfera mediática; al no encontrarse el supuesto arsenal de armas nucleares que Saddam Hussein podría facilitar a terroristas radicales (englobados en la nebulosa generada alrededor de Al Qaeda), el discurso de la administración Bush Jr. se enfocó en la promoción de la democracia, bautizando la incursión militar contra Irak como parte de una lucha por la Libertad, afrentada por un tirano que había debilitado a la ONU (Ávila Sánchez 2006, 73).

17 Obviamente, existe una diferencia cualitativa al tratar esta problemática en un campo u otro. El talante de las discusiones sobre lo nuclear, desde la Ciencia Política, suele orientar el ejercicio hacia consideraciones que frecuentemente concluyen en analizar la producción de armas de este tipo y su uso como elementos de negociación como parte de mecanismos estratégicos de posicionamiento político y visión geopolítica, lo que, hasta cierto punto, deja sin cuestionar el sentido de ello fuera de lo meramente político, en un sentido universal, dentro de lo que cabe la dimensión militar y lo ecológico. Con respecto a la Historia, generalmente, los discursos explicativos sobre el problema nuclear llevan a considerar la proliferación de las armas atómicas como parte de un nuevo equilibrio propio de las medidas para salvaguardar la hegemonía de parte de las potencias. El caso del diferendo India-Pakistán, iniciado en 1947 y a la fecha, sin resolver, contiene un gran componente nuclear; tanto uno como otro justifican su rearme nuclear después de la última guerra (1975), lo que es secundado por sus aliados, lo que evidencia el doble discurso sobre la proliferación nuclear.

18 Para Irak, la no obediencia a las condiciones impuestas por Estados Unidos se justificaba por la derrota en la Guerra del Golfo de 1991, el acoso a sus fuerzas militares cerrándoles el acceso al Golfo Pérsico e imponiéndoles zona de exclusión aérea y las sanciones económicas que redujeron las exportaciones de crudo e impusieron el programa Petróleo por Alimentos, lo que significó una merma en sus ingresos por concepto de exportación de hidrocarburos; por tanto, y como consecuencia lógica, el nacionalismo iraquí apuntó a polarizar su posición convirtiéndola en anti-estadounidense. Antes de ese año, Irak figuró como socio de Estados Unidos y eficaz aliado contra Irán en una costosa y sangrienta guerra de ocho años (1980-1988). Aplicando un elemental rigor semántico, la misma no era anti-occidental, puesto que Irak continuó teniendo relaciones normales con muchos países europeos, consumidores del de petróleo iraquí. En el caso de Corea del Norte, el antecedente de intervención estadounidense databa de la Guerra de Corea, ocurrida al término de la Segunda Guerra Mundial (1949-1951). También Irán, quizá el país con el cual existe mayor diferendo con implicaciones nucleares en la actualidad, maneja un expediente añejo de intervención estadounidense, el derrocamiento del Primer Ministro Muhammad Mossadeq, propulsor de la nacionalización del petróleo (1953), lo cual se convirtió, para los sectores favorables a una Revolución, en un elemento que justificó grandemente la oposición al gobierno del Shah Reza Pahlevi que, nucleada alrededor de la figura del Imam Ruhollah Khomeini, dio un vuelco radical en la política iraní en febrero de 1979.

19 Esto condiciona una retórica que deriva en los ataques y a la imposición del pensamiento oficial como el único, lo que se registró palpablemente después del 11S, alcanzando en los prolegómenos de la guerra contra Irak una dimensión de recurso lógico con el cual se analizaba el diferendo surgido de las sospechas estadounidenses acerca del desempeño iraquí en el rubro del manejo de elementos radiactivos con supuestos fines bélicos.

20 Para ejemplificar esta afirmación, se debe recurrir a la Historia reciente, al famoso incidente de Fukushima, Japón, ocurrido en 2011. Debido a la ubicación geográfica de la planta nuclear, afectó las aguas del Océano Pacífico, las cuales están sometidas al movimiento de varias corrientes marítimas, diseminando en el espacio oceánico el contenido de lo vertido en ellas, contaminando a muchos otros países. Igualmente, en el caso de Chernóbil, ocurrido en 1986 en el territorio de la actual Ucrania (entonces parte de la Unión Soviética), las partículas provenientes del accidente fueron diseminadas por gran parte de Europa central y del Este.

21 Pretextando una permanente amenaza nuclear, los gobiernos pueden incurrir en gastos como el de un escudo anti-misiles o bien en el incremento de los filtros de seguridad aplicados al turismo y comercio, “fabricando” una necesidad a partir de suposiciones y “prevenciones estratégicas”.

22 Irán ha efectuado, desde hace aproximadamente una década, una política intervencionista de contención al terrorismo, logrando combatir con éxito al Estado Islámico, el cual se desarrolló bajo el empuje de Al Qaeda y filiales locales iraquíes y sirias. Bajo el comando del difunto general Qassem Soleimani, milicias kurdas y chiítas, así como divisiones de los ejércitos nacionales de ambos países desalojaron grandes extensiones de terreno conquistadas por ISIS. Este accionar de la República Islámica correspondió al establecimiento del “Eje de la Resistencia”, conformado por Irán, Siria y el movimiento libanés Hezbollah, lo que oxigenó su retórica contra occidente, validando una vez más su posesión y fabricación de armas nucleares, elemento disuasivo ya no solamente en el caso de que Estados Unidos ataque el país, sino que está implicado en las condiciones que enfrentaría la potencia que interviniera en Siria o Líbano, lo que ha sido un claro mensaje a Israel, país que sostiene un programa nuclear que no está sujeto a la misma fiscalización que suscita el iraní. El caso de Corea del Norte reviste un carácter un tanto distinto, puesto que en él se encuentra la extensión del enfrentamiento sistémico entre capitalismo y socialismo, que se sobrelleva desde el inicio mismo de la existencia del país, aspecto en el cual tiene un peso específico el precedente de la guerra de 1949-1953 que puso frente a frente al país con Estados Unidos.

23 Esta forma de asumir la regulación de la producción y uso de armamento nuclear por países coincidentemente contestatarios a la hegemonía estadounidense, que algunas veces se pueden agrupar en listas negras como la realizada por los funcionarios del gobierno de Bush Jr., evoca frecuentemente su nocividad para la Humanidad” o bien para la civilización como lo dejó plasmado el mandatario mencionado posteriormente a la realización de los ataques del S-11 (Ávila Sánchez 2006, 76). Como se comprenderá, el uso del vocabulario inclusivo corresponde a un discurso dual, que instrumentaliza tal inclusión en favor propio, puesto que, por un lado, busca presionar a la contraparte (Irán, Corea del Norte) presentándose en las discusiones como representante de los intereses de la Civilización y la Humanidad en su conjunto, lo que se sabe, no corresponde con su actuar en lo empírico. Como explicación a ello pueden invocarse diversas consideraciones de orden ideológico, filosófico incluso, que insertan esta instrumentalización en la praxis política propia del pragmatismo, de una lucidez empírica convertida en doctrina política, ante lo cual, un criterio nutrido de elemental humanismo permite sancionar una nueva forma de proceder haciendo de cuenta que, aun estando en juego el porvenir de la Humanidad, el fin justifica los medios.

24 Concretamente el suscrito en 1968, que aspiraba a regir indefinidamente en lo nuclear. En su artículo X numeral 2, se manifestaba que, veinticinco años después su suscripción, se convocaría a una conferencia en la que se definiría si su vigencia sería perpetua. ("Tratado de no proliferación de armas nucleares" 1968)

25 La Organización de las Naciones Unidas, (ONU), ha mostrado una gran pasividad e inefectividad para sancionar los excesos en que ha incurrido Estados Unidos en la Guerra Global contra el Terrorismo. Desde las invasiones a Afganistán e Irak, realizadas sin el respaldo de la mayoría de países representados en la misma, existiendo una gran impunidad que ha llegado a hacer incierta la cantidad de víctimas mortales civiles, hasta la construcción y operación de cárceles fantasma en diversos países de Europa, no ha existido respeto a las regulaciones internacionales. Esta es una de las principales muestras que, la interpretación y calificativo como imperialista de la política estadounidense resulta exacta, pues sus criterios han promovido acciones que han atropellado todo un conjunto de instancias prohijadas por el consenso establecido después de la Segunda Guerra Mundial, momento fundante de la ONU. Lo anterior es una evidencia del fracaso del equilibrio que hizo posible el consenso que dio origen a esta institución, nacida como respuesta preventiva al surgimiento de un nuevo orden de fuerza, como el que propugnaba el fascismo del Eje Roma-Berlín-Tokio. Plegándose a los intereses de Estados Unidos se reedita un nuevo fascismo, una nueva prevalencia de la fuerza por sobre el acuerdo justificada por el ataque al World Trade Center, sobre el cual, conforme han avanzado los años, se han tejido explicaciones que desmienten y cuestionan la versión oficial.

26Se han reproducido, hasta la saciedad, datos que constituyen pruebas evidentes del daño causado a la población civil japonesa, tanto en el momento de los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki, como en décadas siguientes. Debido a que, el equilibrio de poder después de 1945 quedó en favor de quienes utilizaron la bomba atómica, no se ha producido ningún señalamiento o condena al respecto, existiendo una actitud de complicidad o complacencia con Estados Unidos, lo que quizás, se ampara en el hecho de que existía un estado de guerra con Japón y que, de esta manera, se correspondía a la provocación japonesa concretada en el ataque a la base de Pearl Harbour de diciembre de 1941.

27 El Baath gobernaba Irak al momento de la invasión. Fundado en 1947 en Damasco, Siria, propugnaba por una política nacionalista, antiimperialista y de búsqueda de la emancipación real de los países árabes. En algún momento, su proyecto político chocó con el propuesto por el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, defensor también del nacionalismo árabe y propulsor de una federación bajo el paradigma de la República Árabe Unida. Con anterioridad, se había ya cernido el bloqueo económico sobre Libia, lo que provocó el ataque estadounidense de 1986. Cuando la certeza de guerra asomó, las acusaciones sobre la fabricación, sin regulación, de armas nucleares y bacteriológicas disminuyeron y se centraron en justificar la invasión para llevar la democracia al país, entendiendo la democratización como la modificación de las condiciones de vida de los iraquíes, pueblo al que se asumió agobiado por un tirano al que había de remover para evitar el sufrimiento de la ciudadanía. Este es otro de los precedentes existentes del discurso que manipula la tenencia y fabricación de armas nucleares, que las “coloca” en el lugar políticamente correcto según intereses creados.

28 Ambos países, al parecer del autor, son ejemplos de condiciones análogas, pero no idénticas de uso de las armas nucleares como elementos disuasivos frente a una amenaza exterior. Irán tiene un antecedente relativamente reciente de búsqueda de hacer de las armas nucleares un elemento disuasivo ante probables arremetidas de Estados Unidos, su némesis. Desde el triunfo de la Revolución Islámica, en 1979, han existido episodios de confrontación que han predispuesto al país a una actitud beligerante que, si bien ha resultado defensiva desde el fin de la guerra con Irak en 1988, también ha tenido en el componente nuclear

29 En los últimos años, resulta recurrente la mención de un Pacto Nuclear con Irán, sin que el mismo pueda ser establecido, dando continuidad al diferendo, llegando incluso la administración Trump a abandonar completamente las negociaciones en 2018. Pensando en forma contra factual, cabe preguntarse si este escenario tendría lugar en un contexto de consenso con inclusión de otros países.

30 Esta nueva regulación, procurará inducir nuevos criterios, entre los cuales estará la ecuanimidad y el cese de favoritismos, lo que implicará también, ejercer vigilancia sobre la producción nuclear de las potencias hegemónicas, mismas que se arrogan el derecho de arbitrar a países subdesarrollados, pero que no aceptan inspectorías o auditorías de buen grado, lo que evidencia el doble rasero con que miden la proliferación nuclear, exonerando a algunos países con que se manejan pactos subterráneos o existen compatibilidades con Occidente, como es el caso de Turquía, Israel, Pakistán, India o, por el peso del intercambio comercial, China.

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