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La diplomacia cultural como elemento globalizador
Por Adriana Carías (*)
Como internacionalistas estamos acostumbrados a escuchar la frase “primero deben estar orgullosos de sus raíces” cuando iniciamos carreras con índoles internacionales, nos parece una frase cliché y hasta ilógica cuando iniciamos, sin embargo, durante nuestro camino como internacionalistas nos damos cuenta que nuestras raíces pueden ser la clave para comprender la diplomacia en su máximo esplendor.
La diplomacia cultural pareciera ser un nuevo ámbito de estudio, pareciera ser muy débil, sin embargo, es más antigua y fuerte de lo que imaginamos.
Para ello es necesario remontarnos a finales de la Segunda Guerra Mundial cuando la cultura empezaba a tener presencia en la agenda gubernamental de la política exterior.(i)
Algunos países europeos no fueron bombardeados por persuasiones militares o políticos, sino por el simple hecho de ser potencias culturales, fue entonces cuando el término “Diplomacia Cultural” empezaba a tener auge, significando las relaciones entre Estados mediante sus tradiciones, valores, arte, cultura y todo aquello que representaba a los Estados y con lo que se podía crear diversas cooperaciones y estrategias para difundirlo.
Como personas, a lo largo de nuestra vida hemos visto la diplomacia cultural representada en intercambios estudiantiles, en clases de idiomas, en canciones, gastronomía, promoción de turismo e incluso en cómo los pueblos indígenas han llegado a formar parte de las grandes asambleas internacionales.
Por otro lado, es importante conocer la diferencia entre diplomacia cultural y diplomacia pública; la diferencia reside en la promoción de esta cultura, la diplomacia pública se encarga de promover y divulgar la cultura por medios digitales y todas aquellas plataformas que permita dar una buena vista del Estado hacia el público del exterior, mientras que la diplomacia cultural es lo que realmente es el Estado, es su esencia, el verdadero ser y aquello por lo que sus pobladores están orgullosos.
Es importante que como internacionalistas resaltemos que la diplomacia cultural ha llegado a convertirse en uno de los elementos globalizadores más importantes pero menos notorios; cuando un migrante por diversas circunstancias decide abandonar su país y residir en otro, sabemos que él podrá salir de su país físicamente pero mentalmente su país no ha salido de él.
Sus valores, tradiciones y todo aquello que identifica a su país siguen intactos y son compartidos con todas aquellas personas que lo acompañan en su recorrido, es así, como muchos países tienen al menos una pizca de influencia de diferentes regiones, y el ejemplo más popular de ello es Estados Unidos que alberga miles de nacionalidades.
El efecto globalizador económico también ha representado una rivalidad y una competencia muy elevada de los productos importados hacia los productos locales, además la tecnología ha erradicado parte de todos aquellos productos artesanales.
Para ello ha sido necesario crear herramientas para la preservación y protección de la diversidad cultural como lo es la Conferencia General de la UNESCO llevada a cabo el 20 de octubre de 2005 adoptando la Convención sobre la Protección de la diversidad de expresiones culturales. (ii)
La diplomacia cultural ha permitido que el mundo tenga conexiones económicas y empresariales donde los mercados y las empresas multinacionales han tenido que conocer la cultura del lugar donde se sitúan para conocer a sus compradores, además, hay un elevado nivel de rentabilidad en todos aquellos productos que representan o son de un Estado diferente y una alta demanda de los mismos.
El comercio exterior ha sido la mayor representación de cómo la diplomacia cultural puede influenciar hasta en el devenir económico.
La diplomacia cultural puede ser catalogada como un soft power, no puede realizar coacciones pero puede hacer uso de la estrategia para convencer a través de la cultura.
El caso de estudio que más se puede acercar es la reciente reunión del ministro de asuntos exteriores de Japón Kiyoshi Odawara con el presidente chileno Gabriel Boric, donde llama la atención el peculiar regalo nipón de una industria animada.
Podemos resaltar cómo Japón a través de su cultura de animación pudo causar revuelo de simpatía al pueblo chileno y al escenario internacional, lo que posiblemente a futuro pueda convertirse en lazos fuertes para proyectos de índole cultural y beneficio de la población.
De esta manera podemos darle la razón a todos aquellos que nos han dicho que primero debemos amar a nuestros países porque puede ser la llave para nuevas estrategias diplomáticas.
Citas
(i) Fabiola Rodríguez Barba, "Diplomacia cultural ¿Qué es y qué no es?", Espacios Públicos 18, no. 43, 2015, Redalyc, https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=67642415002
(ii)
Excelente articulo, sin duda alguna el factor cultura se ha convertido en una herramienta más que efectiva en las nuevas generaciones. Tal es el caso de la influencia de Hallyu. REcientemente Corea del Norte creo una ley que penaliza cualquier acercamiento de sus pobladores con este tipo de "propaganda". Es interesante como la diplomacia cultural de la nación del sur que la ha logrado colocar en el foco de los medios. Solo el año pasado el ahora ex presidente Moon Jae - In fue el primer Jefe de Estado en intervenir en la apertura de el 76.º período de sesiones de la Asamblea Generalde la ONU, seguido de una interpretación del grupo del momento BTS. Sin duda alguna es un tema del cual podremos esperar mucho más en el futuro próximo
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