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La frontera que cruzó al rey: La presencia hispana en la identidad estadounidense

Por Mónica Beatriz Hernández Chavarría (*)

Estados Unidos (EEUU) ha construido una imagen de orgullo nacional prominente, pero que ha comenzado a fracturarse gracias a la migración, la globalización y el multiculturalismo; y que, a diferencia de otros estados con flujos migratorios, simboliza un efecto político, económico y evidentemente cultural que nos hace preguntarnos ¿El rey del continente ha perdido su identidad? 

Según G. De la Paz (2005) EEUU fue conformado por colonias con las únicas características étnicas "anglosajonas" y la práctica religiosa protestante; no fue hasta 1776 que las colonias conforman una cultura propia que se basó en ideas políticas y comerciales, pero con características culturales diferentes.

A pesar que en su momento registro significativos flujos migratorios de origen europeo, ninguno puede compararse a la ola migratoria hispanohablante que, para 2010 simbolizaba el 16,3% de la población siendo la “minoría” más grande en EEUU (D. Ureña 2014). 

Esta condición de “minoría” puede ser debatida, ya que en estados como Florida, California, Texas y Nueva York los hispanohablantes conforman casi la mitad de la población total; lo que le diferencia de otros grupos sociales en principio son las grandes formaciones de comunidades “latinas” (D. Ureña 2014). 

Acorde G. De la Paz (2005), los hispanos se concentran mutuamente: siguen casándose entre sí, viven en los mismos barrios y no existe una diferenciación entre sus ingresos y nivel ocupacional manteniéndose en una clase media; por otro lado, la cercanía a sus países de origen (como es el caso en México y Texas o Cuba con Miami) mantiene reforzados sus lazos de unión con su país, impidiendo asimilar la identidad cultural del país al que migran.  

La migración a causado un fenómeno de multiculturalismo en Estados Unidos, resultante de grandes flujos migrantes que poco a poco construyen espacio de sociabilidad a través de las fronteras: Estados Unidos actúa como punto de encuentro en la comunidad hispanohablante (S. Plaza Cerezo 1999). Un gran ejemplo de esto es el idioma: El español es el idioma más hablado en Estados Unidos sin contar el inglés. 

La cercanía geografía a los países de origen, el constante flujo migrante y las grandes concentraciones de hispanos contribuye a la conservación del español, los hispanos ya no aspiran a ser estadounidenses sino integrarse al país, pero manteniendo ese sentido de pertenencia a su país de origen (G. De la Paz 2005). 

Este acercamiento al español y en general a la cultura hispana ha causado un boom en el consumo: Estados Unidos es uno de los mayores consumidores de música en español en el mundo. La apertura a otro idioma trae beneficios para Estados Unidos, especialmente en la era de la globalización: La construcción de este mercado sin fronteras demanda de apertura y competitividad donde países multiculturales disfrutan de una ventaja estratégica (G. De la Paz 2005). 

El bilingüismo aumenta la capacidad competitiva de los individuos frente al mercado global. Por ejemplo, comerciantes asiáticos en distritos de Los Ángeles o en Broadway han comenzado a aprender español: Ciudades multiculturales son plataformas para negocios con mercados culturalmente diversos (S. Plaza Cerezo 1999). 

Además, la migración hispana ha aumentado la clase media en EEUU registrando un creciente poder adquisitivo y por ende mayores compras. Una economía competitiva con un rápido ritmo de crecimiento como la estadounidense genera empleos calificados y no calificado (D. Ureaña 2014), los inmigrantes son los trabajadores reclamados por empresarios americanos bajo la demanda de trabajadores de bajo costo salarial que buscan una labor sin grandes demandas (A. Portes 2006)

No hay mejor escenario para describir esta influencia migrante como el área política: Los hispanos al localizarse en estados claves comienzan a adquirir un papel estratégico para cerrar mayorías electorales (S. Plaza Cerezo 1999): Estados en el sur como Florida otorgan mayor valor al voto latino para elegir y enviar congresistas; también disponen de un mayor número de votos en los colegios electorales (G. Cocimano 2007). 

Hay que aclarar que, la mayoría de hispanos no participan realmente en una cultural de legalidad, más sin embargo conforman un movimiento político importante en cuanto a decisiones políticas que resultan favorables para su grupo étnico: la Política Hispana o el “Hispanic Caucus” (S. Plaza Cerezo 1999) promueve el avance legislativo en cuestiones relacionadas a la población latina en EEUU: la política de migración, eventos culturales y políticas de cooperación con sus países de procedencia.

El intercambio cultural es algo beneficioso entre países y una característica clave del mundo globalizado, pero cuando este intercambio se establece como un nuevo grupo social en un estado puede resultar en un conflicto de intereses debido a las incompatibilidades con otro grupo social establecido (G. De la Paz 2005).

Los continuos niveles de inmigración y la poca asimilación a la cultura estadounidense podrían crear en Estados Unidos una sociedad hibrida compuesta por dos lenguas, dos culturas y dos sociedades incompatibles entre sí que pueden llevar a inconformidades en cuanto a leyes o decisiones políticas que podrían evolucionar hasta bombas sociales que afectarían gravemente a una sociedad. 

Podríamos analizar un conflicto visible en la sociedad estadounidense: la respuesta estadounidense inclinada al racismo y discriminación, protestando una ideología de supremacía blanca que prioriza características de raza en un discurso de odio a otros grupos raciales (A. Portes 2006). 

Realmente, la responsabilidad está en la autopercepción estadounidense y la falta de la construcción de esa identidad en común fuera de la raza: las colonias que pasaron a conformar EEUU tenían características diferentes (como Texas que era parte de México o Luisiana bajo mandato francés) y solo pasaron a compartir un sistema político y económico. 

Mientras EEUU no construya una verdadera identidad cultural, difícilmente su población se identificará con su propia nación, dando paso a que aquellas minorías en constante crecimiento y flujo comiencen a tener posiciones de influencia y de poder que afectaran el rumbo político que pueda tener el estado y por consecuente la percepción del estado a nivel internacional: Un rey con una identidad fragmentada y en constante cambio. 

Bibliografía.

G. De la Paz (2005) Reseña de “Who are we? The Challenges to Americas National Identify” de Huntington, S.P. Confines de Relaciones Internacionales y Ciencia Politica vol. 1 num. 1 (pp. 2-4). 

D. Ureña (2014) El auge de la comunidad hispana en Estados Unidos: una oportunidad estratégica para España The Hispanic Council núm. 1 (pp.- 1-7). 

S. Plaza Cerezo (1999) La economía política de la comunidad hispana de Estados Unidos. Comercio Exterior (pp.- 1005-1009). 

G. Cocimano (2007) Los mundos latinos y la construcción de identidad hispana en Estados Unidos y Europa. Ciencias Sociais Unisinos vol. 43 núm. 3 (pp. 22-25)

A. Portes (2006) La nueva nación latina: Inmigración y población hispana de los Estados Unidos. Revista Española de Investigaciones Sociológicas núm. 116 (pp. 55-62). 


(*) Mónica Beatriz Hernández Chavarría, estudiante de 18 años proveniente de la ciudad de San Miguel, El Salvador, actualmente cursando tercer año en Licenciatura en Relaciones Internacionales de la Universidad Dr. José Matías Delgado. Sus intereses en el ámbito internacional se encuentran en el Derecho Internacional Privado, Derecho Humanitario y en Comercio Internacional. Entre sus aspiraciones laborales esta acceder al escalafón diplomático de El Salvador, formar parte de una ONG relacionada a la niñez o a la migración y escribir un libro relacionado a la diplomacia cultural.

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